martes, 29 de diciembre de 2020

CABAÑUELAS PARA EL PRIMER CUATRIMESTRE DEL AÑO 2021

 


Nuestro amigo "El Piti" ya ha sacado el calendario cabañuelista correspondiente a los cuatro primeros meses del año 2021. No es muy optimista en cuanto a la recogida de lluvia, aunque como siempre, esperemos que todas las cosas negativas no se cumplan. También ha elimidado el apartado de las fechas más destcadas, porque de todas maneras nos va a dar igual qué tiempo que haga tanto en Carnaval como en Semana Santa, dado que se suspenderán todas las manifestaciones multitudinarias en la calle. Su lugar ha querido ocuparlo con varios refranes de los meses en cuestión.  

viernes, 27 de noviembre de 2020

PROCLAMA ANUAL DE LOS "VEINTICUATRO" APLAUDIENDO LAS INTERVENCIONES EN SAN LORENZO Y LA ERMITA DE MADRE DE DIOS

 

Un año más y por estas mismas fechas, el colectivo Caballeros Veinticuatro hemos llevado a cabo la consabida proclama anual. En esta edición, aplaudimos y manifestamos nuestra satisfacción sobre dos actuaciones en sendos edificios históricos de la ciudad, que hubieran desaparecido del patrimonio monumental de no haber sido por la acertada intervención y el denodado esfuerzo que han llevado, y están llevando a cabo, dos entidades privadas, como lo son, los hermanos Mercedes y Eduardo Caño Sánchez en las ruinas de la Ermita de Madre de Dios...


En la Ermita de Madre de Dios

        ... y los hermanos Antonio, Nicolás y Manuel Berlanga de la Fundación Huerta de San Antonio en San Lorenzo. 



En San Lorenzo

           En ambos casos, se les hizo entrega de un pergamino que así lo certifica y sus receptores agradecieron nuestro gesto que sirve, en la medida de lo posible, para insuflarles ánimos en estos díficiles tiempos que estamos atravesando. 

Como todo el mundo sabe, nuestro modus operandi lo focalizamos principalmente en la preservación de las piedras centenarias de esta ciudad patrimonial. Pues bien, aprovechando este momento, queremos lanzar un SOS para con la ermita de San Bartolomé, antes que desaparezca por completo. Hemos comprobado con gran alegría, que el Consistorio está interviniendo en la plaza adyacente, adecentándola y poniendo en valor un espacio agreste, por lo que animamos a nuestros dirigentes, para que inviten al obispado a que intervenga en dicha ermita y ambas entidades colaboren de la manera más conveniente, para que el monumento que preside este espacio y da nombre al lugar, muestre remozado su antigua belleza. También sabemos, de buena tinta, que el propietario de la torre de Garci Fernández quiere intervenir en ella, por lo que todo sumaría en este enclave histórico y con encanto.

Proclama dada el viernes 27 de noviembre de 2020, festividad de Ntra. Sra. de la Medalla Milagrosa, pidiéndole que nos ayude a sobrellevar esta catastrófica pandemia e ilumine a todos los que trabajan para curarnos de ella. 

viernes, 13 de noviembre de 2020

NUEVO ATENTADO CONTRA LA CAPILLA DE LA SOLEDAD


Hoy, a eso de las cuatro de la tarde, dos jóvenes (de la raza que sean) cargados de odio y con varios masteres en incultura, se han liado a patadas contra la verja de la capilla de La Soledad hasta que han destrozado la puerta y han accedido a ella para llevarse tan sólo un Crucifijo de escayola, al cual le tendrían (suponemos) mucha devoción. Y todo aplana luz del día, con testigos incluso, por eso se saben que son menores. Tras la llamada del vecino colindante y mantenedor de la misma de manera altruista, se han personado allí las fuerzas del orden, la televisión comarcal y hasta los bomberos. La policía ha tomado algunas huellas que serán de quien va a cuidar la capilla un día si y otro también, por las las dellos no aparecerán, bueno, tal vez las de las huellas de sus zapatillas sí. Y lo triste de todo esto es que si los cogen, al ser menores de edad, pueden volver a delinquir haciendo uso del libe3rtinaje del que están graduados, a pesar de su corta edad. Miedo nos da cuando sean mayores. Esos no cotizarán nunca y serán una rémora para el Estado que para colmo pagaremos entre todos. 


    Los Caballeros Veinticuatro habíamos emprendido una campaña para restaurar o al menos mantener lo que queda del legendario e histórico cuadro de la Virgen de La Soledad (del Rosario para otros). Nos habíamos puesto en contacto con unas restauradoras locales para que nos hicieran presupuestos y ver qué posibilidades teníamos para afrontarlos. También teníamos solicitada audiencia con la alcaldesa para ver qué podía hacer el Ayuntamiento sobre este asunto que es de todos y de nadie. Con todo y con eso ya teníamos pensado varias actuaciones según la respuesta que obtuvieramos de Toni Olivares o de la concejala de Cultura. 

    Y en esas estábamos, cuando nos hemos llevado la sorpresa de la visita que han hecho hoy unos energúmenos a la mencionada capilla, posiblemente para tener más cerca de ellos el cuadro al que tanta devoción parecen profesar.     

lunes, 2 de noviembre de 2020

NUESTRO ADIÓS A "PACO SANTACRUZ"

Francisco Cayola "Paco Santacruz". 
Foto JASA,1998

Los Caballeros Veinticuatro de Úbeda, con este gesto, quieren dar su último adiós a un ubetense que llegó a codearse con los más grandes de la copla de su tiempo, al menos, sus manifestaciones y su albun fotográfico así lo atestiguaban.
 
    Cuando la orden menor de esta veinticuatromía estaba gestándose, algunos de nuestro colectivo coincidimos con Paco Santacruz en diferentes ocasiones dentro de la abacería del caballero Heráldico, entonces la tienda de Juanito Barranco, a finales de 1997 y comienzos de 1998. A partir de ahí la mayoría de nosotros entablamos cierta amistad con él, y el que esto suscribe algo más, porque en ocasiones se convirtió en el proveedor de ropa de los dos que están flanqueándolo: Manuel Fernández de Liencres y Paco Santa Cruz, ambos ya fallecidos. 

    Cuando Paco fue ingresado en una residencia de La Carolina, perdimos el contacto con él. Pero llegado el mes de abril de 2013, previa cita concertada, qusimos hacer una visita a nuetro paisano. Lo encontramos muy acomodado y lo principal, mejor atendido. Este encuentro para él supuso una fuerte dosis de ánimo. 

    Pasado el tiempo, algún caballero intentó ponerse en contacto con él, pero fue algo imposible. Hoy hemos conocido la noticia de su entierro a las 16:30 horas en Úbeda, la tierra a la que tantas veces cantó y donde se hallan las imágenes marianas que tantas veces vistió. 

    JASA, en nombre de los "Caballeros Veinticuatro".     

Manuel Fernández de Liencres, JASA, Paco Santacruz
y Juan G. Barranco. Foto JASA, enero de 1998

Los "Caballeros Veinticuatro" en su visita a Paco Santacruz.
Foto JASA, abril de 2013

sábado, 31 de octubre de 2020

MIS RECUERDOS DEL MES DE NOVIEMBRE

 


NOVIEMBRE

A pesar de comenzar con un día de fiesta, no era precisamente el mes que más atraía mi atención. Todo se tornaba de un color gris ceniza y en la calle se respiraba cierta melancolía, tristeza… brillaba menos la luz y se alargaba la oscuridad. Irremisiblemente se acercaba el invierno. Las chimeneas exhalaban el humo ceniciento del hogar desde el arranque del día. Las flores de las macetas ya no se asomaban a corrales y balcones.

EL DÍA DE LOS DIFUNTOS

Era en los primeros días de noviembre cuando la coqueta del dormitorio de mis padres cambiaba de aspecto, convirtiéndose en un pequeño altar donde se le rendía culto a los muertos y a mí me daba un poco de miedo. Allí, recostadas en el cristal biselado, estaban unas fotografías que durante el resto del año dormitaban en una caja de lata que aún desprendía olor a Cola Cao. Eran las fotografías de tres de mis abuelos. Delante de ellos se colocaba un recipiente -un tazón de loza- casi lleno de agua y se completaba con aceite usado para depositar sobre él unas mariposas encendidas que flotaban y lucían durante un día, hasta que comenzaban a chirrear, siendo esa la señal que anunciaba su final. Eran las luces para los difuntos, nuestros particulares santos. Aquellas mariposas progresivamente fueron decayendo en uso para ser sustituidas por las velas enfundadas en plástico rojo y hasta por otras imitaciones con alimentación de una pila. En todos los hogares de antaño existía esa tradición que aún se mantiene en las casas de algunos mayores.

            Las flores más populares que se ponían en las tumbas del cementerio eran las celosías, conocidas popularmente como “Crestas de gallo” y les llamaban “las flores de los muertos”. En las huertas de las inmediaciones dedicaban una parcela para cultivarlas y en el mercado de abastos se vendían durante los días previos a los Santos y Difuntos, para adornar los nichos y tumbas del campo santo. En la actualidad, esta flor ha dejado de estar vinculada a dicha conmemoración e incluso ha desaparecido de nuestro entorno.

GASTRONOMÍA POPULAR PARA LOS SANTOS

La gastronomía popular tenía para estas fechas sus especialidades concretas. Eran elaboraciones artesanales que se hacían en la mayoría de las casas, humildes o no, pero en las nuestras sí que se elaboraban en torno a la mesa de camilla y todos estábamos presenciándolas en derredor de ellas. En ocasiones, queríamos participar y meter la mano, pero los padres no nos dejaban, a lo sumo nos darían la tarea de echar el azúcar o la canela por encima. Estos platos típicos consistían en las exquisitas gachas, que muchos mocicos las empleaban para hacer la gracia tapando las cerraduras de las puertas de la calle, sobre todo donde había mocicas. Otro plato estrella eran los boniatos asados o batatas, espolvoreados de canela, todo un manjar para los paladares de entonces. Las castañas asadas solían venderse en la Plaza Vieja en unos puestos cercanos a los carrillos, o bien se asaban en viejas sartenes que se calentaban en la lumbre e incluso en el brasero. Alguna que otra vez mi madre nos hacía calabaza encalá. En las confiterías de la época, como las de Camprubí, Lope o Pepico, se fabricaban otros productos que también han llegado hasta nuestros días, como los Huesos de Santo o los Buñuelos de Viento. Los ubetenses de más edad recordaban que, años atrás, hubo algunos vendedores ambulantes que ofrecían estos buñuelos, destacando entre todos a uno que llamaban “El Regaera” y que se situaba a la salida de los cines o bajo los soportales de la plaza del General Saro (Plaza Andalucía) con su cesta de mimbre al brazo para venderlos, pero él los rebautizó con el sugerente nombre de “Pelotas de fraile”.

El eje en torno al cual giraba toda la vida en los meses invernales, era la mesa de camilla; y era el común denominador de todos los hogares que se convertía en el momento ideal para que nuestras madres nos hicieran una sartená de rosetas y culminar así la felicidad del día.

Texto extraído del libro 12 MESES DE MI INFANCIA. "Úbeda en los años 60 desde la calle Fuente de las Risas".

JASA   

martes, 13 de octubre de 2020

MIS RECUERDOS DEL MES DE OCTUBRE


 OCTUBRE

Comenzaba octubre un poco más tarde para los chiquillos, porque la feria ocupaba los primeros días. Ya las jornadas eran más cortas, la climatología inestable y la tristeza del otoño era evidente. Los días y las luces cambiaban sus tonalidades. En un festivo y a mediados de mes, nos llegaban los sones procedentes de la Academia de Guardias y horas más tarde, con sus guantes blancos y tricornios, los alumnos inundaban la ciudad.

EL BRASERO

Era a finales de este mes cuando se sacaban las faldillas de los cajones de la cómoda y se vestían las mesas de camilla y acto seguido el brasero ocupaba su lugar en el hueco bajo la mesa. Los braseros serían los encargados de caldear las habitaciones, principalmente en las que se hacía la vida, como las cocinas o los comedores. Estaban alimentados por las ascuas procedentes de la lumbre o el fogón, aparte de la candela, orujo o carbonilla; cuando no era así, se encendían en los corrales e incluso en las puertas de la casa. Éstos, solían estar protegidos por la lambrera y custodiados por la paletilla que servía para remover el rescoldo cada cierto tiempo, misión que realizaban los mayores. Los braseros, ocasionalmente y cuando se habían pasado las ascuas, servían para asar algunos productos como las castañas, las pieles del bacalao o las cebolletas. También se convertían en el consuelo para calentar las frías camas en las noches de invierno. En las casas de los señoritos, estos braseros calientacamas eran de un metal bronceado y tenían un mango largo. A muchos les vendrá a la mente los humeantes tizones en los braseros procedentes de la candela que nos hacían llorar, nos atufaban e inundaban de una fuerte pestilencia toda la habitación hasta que no acababan con su vida asidos por las tenazas y ahogados en el corral dentro de un cubo de agua, aunque ya nos habían impregnado la ropa de un desidioso olor a zorruno. Para remediar ese tufillo, mi madre le echaba al brasero una cáscara de naranja y la estancia olía de otra manera más agradable. La contraindicación de este calefactor artesanal estaba en su combustión y a veces, quienes se quedaban dormidos sobre la mesa de camilla, podían atufarse.

            Hace pocos meses encontré varios braseros arrinconados en el terrao de la casa de mis padres. Aún mantenían erguida su figura, aunque su estampa estaba cubierta por el polvo y su finalidad sepultada por el tiempo.

LA CANDELA

En los años en que mi padre tuvo cabras, les traía ramón y chupones de los olivos para complemento de su alimentación y ahorro en pienso. Parece que estoy viendo los hachos de ramón colgados en la pared y las cabras royéndolos hasta dejar las ramas sin hoja alguna. Estos hachos o haces, ya de leña, los depositaba en un rincón del corral para que se secaran y esperar la llegada del otoño para hacer con ellos candela. Alguna vez lo vi junto al pilar de la Fuente de las Risas formando una pira con los haces secos. Cuando ya habían prendido y antes de convertirse en ceniza, el rescoldo lo iba apagando poco a poco en el momento justo para que hiciera una cocción ahogándolo. Era un arte saber cuándo la candela estaba en su punto y convertirse en combustible para el brasero. Una de las últimas veces no terminó de apagarse bien y comenzaron a prenderse los sacos cuando ya estaban almacenados en la cuadra.

Había otras maneras de hacernos con la candela, bien comprándola al “Alpargate” que la vendía por las calles a lomos de su burro y con el serón cargado, o en la carbonería de Rosa “la torrecampeña” que tenía un lúgubre y ennegrecido almacén en una casa que hacía esquina con la calle 18 de Julio y González. Allí, aquella mujer oriunda de Torredelcampo, vendía por celemines la candela (picón), orujo, carbón y carbonilla, siempre con una mano protegida por un guante negro.  

Texto extraído del libro "12 MESES DE MI INFANCIA. Úbeda en los años 60 desde la calle Fuente de las Risas". JASA

lunes, 28 de septiembre de 2020

PROGRAMACIÓN DE LA ATÍPICA FERIA DE SAN MIGUEL DE ÚBEDA 2020

 


Para todos los que lo deseen, aquí comparto el programa de feria que he confeccionado para mi archivo particular. No quería dejar pasar por alto esta atípica feria sin tener la posibilidad de guardar, junto con todos los de su especie, el programa correspondiente a la Feria de San Miguel 2020, marcada por la pandemia. 








MIS RECUERDOS DEL MES DE SEPTIEMBRE

 

SEPTIEMBRE

Este mes se aferraba en ser la continuación del verano y aunque las horas de luz se iban acortando y algunas tormentas hacían acto de presencia, todavía quedaban vestigios del buen tiempo que tanto me gustaba, porque los primeros días seguían siendo una prolongación de la época estival y la escuela no arrancaba en serio hasta después de la feria, que para mí y todos los chiquillos, era la fiesta más esperada de todo el año.

LA VERBENA DE LA VIRGEN

La verbena de mi calle sólo la recuerdo muy remotamente en los primeros años de esta década. En una hornacina y en la esquina de la casa que había frente a la que yo nací había, y hay, una pequeña imagen de la Virgen María. En honor a su festividad el Santo Nombre de María o Dulcenombre de María, se celebraba cada 12 de septiembre una verbena. Todos los vecinos del ese tramo de calle participaban de alguna manera dando realce a la misma, colocando banderines de tela de balcón a balcón y sacando macetas a la puerta de la calle. Esta imagen tenía su cuidadora especial que se llamaba Isabel Jiménez, mujer muy devota a la que todos conocían como Isabelilla. Ella ejercía de camarera y también la que adecentaba de vez en cuando la pequeña hornacina. Pero era en septiembre cuando se volcaba mucho más, convirtiendo aquella pequeña capillita en todo un altar repleto de flores que llevaban los vecinos. Durante su día y la víspera, la reja que la guardaba permanecía abierta y como algo especial, se colocaba delante un altar y se le ponía una bombilla con mucha más potencia de la habitual que iluminaba la noche como un ascua de oro. Algunos vecinos que no llegaban hasta la verbena, sacaban sus sillas a la puerta de la calle y allí se convidaban a cuerva acompañada de alguna berenjena. A Juan Pedro Gallego “Telaraña”, el que ejerciera de mi abuelo, le llamaban el alcalde del barrio porque aportaba algo más a la causa y también ponía una bombilla extra encima de su balcón para dar más luz a la zona. Recuerdo ver en las cámaras de su casa, las banderitas ajadas por el tiempo confeccionadas con retales de telas multicolores, adheridas a largas y enmarañadas cuerdas. A comienzo de esta década (1961-1962) desapareció la verbena, e Isabelilla en ese día de septiembre, sólo engalanaba la Virgen y su hornacina, también mantenía encendida la bombilla “gorda”. Hace poco tiempo, unos nuevos propietarios de la casa donde se ubica la imagen, quisieron rescatar esta tradición y la mantuvieron durante varios años para el recuerdo romántico de los más viejos del lugar. En cuanto a la antigüedad de la capilla sabemos, por Juan Ramón Martínez Elvira, que ya existía en 1702, por lo que suponemos que estaba erigida -cuanto menos- a finales del siglo XVII.  



LA FERIA EN LA ESTACIÓN

La celebración oficial de la festividad San Miguel en la feria de los años 60 se limitaba a una misa en Los Frailes y así se ha mantenido durante muchos años hasta la aparición del grupo parroquial que en su día impulsó Eduardo Jiménez Torres “Zorrica” y que saca en procesión al patrón desde el año 2001. La feria, durante la década que estoy recordando, tuvo su enclave en lo que iba a ser en su día la nueva estación del tranvía, aunque por avatares del destino quedó siendo la estación de autobuses y en la actualidad aún continúa allí. Dentro de la edificación y a mediados de los 60 (1966-1967) se montó un parque y rio artificial con ciervos incluidos a iniciativas de la Compañía Sevillana de Electricidad en colaboración con la Jefatura Provincial de Montes, dando vida a la Feria de la Electricidad. Aquello fue un atractivo que recuerdan todos los que lo vivieron. Bajo el mismo techo se ubicaba la caseta municipal. En 1960, y esto no lo viví pero me lo han contado, en los bailes de esta caseta popular, cada día se elegía a la “Guapa” de un barrio y curiosamente uno de esos días le tocó a la representante del “Barrio de la Fuente de las Risas” ¡Qué categoría! A su alrededor se montaban las demás casetas, los carruseles y el teatro Chino de Manolita Chen, que llamaba nuestra atención pero sin saber qué espectáculo se ofrecía en su interior. Aparte de los perdurables coches de choque, estaban las Cunicas de Sánchez, las Olas de Vico, las Volaoras, los Aviones-torpedo, la Barca, el Látigo, el Baby Maribel, Baby Gaitán, etc.,… Había otras atracciones como la Casa de los Espejos, La Petite Terín, La Mujer serpiente y las tómbolas como la de Cristóbal con su regalo de ¡Balón, balón, balón y balón! o la de Las Muñecas con su premio especial de ¡Una Muñequita andadora! En el entorno, se ubicaban los bares, churrerías y varios puestos, algunos exponiendo una novedosa golosina como era la manzana envuelta en caramelo rojo y en algún rincón o esquina, un hombre o mujer vendiendo berenjenas de Almagro que tenía dentro de una orza. Y otros tenderetes que vendían marisco con montones de camarones, cangrejos y gambas muy rojizas, sobre hules de plástico blanco. Frente a la estación se instalaban otras casetas de baile, como la del Club Diana e incluso de la Cruz Roja, porque la del Club 61 la instalaban en el edificio de Falange. Detrás de la Colonia del Carmen (antes de convertirse en la calle Granada) montaban el circo Arriola pero a él nunca me llevaron mis padres; nos conformábamos con ver por detrás las jaulas de las fieras y comprobar el pestazo que desprendían. En esta década se impulsaron varias actividades que ya han desaparecido, como el Concurso de Hípica en el Campo General Nogueras Márquez, desde 1967; las carreras pedestres, las carreras ciclistas y también unas curiosas carreras de camareros. Las tiradas de Pichón y Plato, las representaciones teatrales y sobre todo las corridas de toros, tenían su cita anual en estas fechas, despuntando por este tiempo nuestro torero más destacado, Antonio Millán Díaz “Carnicerito de Úbeda”. La feria de ganado estaba por entonces ubicada en la calle San Marcos e inmediaciones y pocos años después la trasladaron a la parte norte, junto a la carretera de Circunvalación y calle Carolina. Ponía el broche final la Gran Traca que, junto al Castillo de fuegos artificiales del día de San Miguel, eran los dos espectáculos pirotécnicos que en aquellos años se hacían.  

JASA

domingo, 27 de septiembre de 2020

MIS RECUERDOS DEL MES DE AGOSTO

 

AGOSTO

El calor pesaba como una losa aunque a la chiquillería eso nos importaba poco. Estábamos en el ecuador de los cines de verano, los baños en barrenos, los polos de limón y la calle, siempre la calle, donde desarrollábamos y dábamos rienda suelta a nuestra imaginación. Mientras tanto, los carros tirados por bestias repletos de paja, dejaban su rubia carga en las puertas de las casas de los campesinos, que eran la mayoría.

LOS CARROS DE LA PAJA

Era agosto el mes más temido en mi casa por una circunstancia que se repetía todos los años, como era el almacenamiento de la paja para el ganado. De las eras del Cerro de la Horca salía la paja y el bálago para los animales de cuadra, principalmente para las cabras y las bestias de carga como los mulos o los burros. Este alimento, que era transportado a granel en carros con unas grandes redes que lo embolsaban a ambos lados y también descolgaba por la parte trasera, llegaba al domicilio del ganadero o agricultor y era descargado en la puerta de la calle. Los que sólo disponían de animales de labor, con un carro tenían suficiente para todo el año, pero los que también tenían ganado, debían almacenar al menos tres o cuatro portes. La mayoría de las casas de mi barrio estaban acondicionadas para el almacenaje que se hacía en las cámaras. Para subir la paja a esa segunda planta, se empleaban espuertas, bien de esparto o de goma que se asían con unos ganchos de hierro y por medio de una soga y una carrucha se depositaba en la zona de la casa que se encontraba bajo las cubiertas de los tejados. Para su consumo diario, o bien se bajaba en sacos o espuertas, o se utilizaban unas toberas que muchas viviendas todavía tenían y por ellas caía hasta la planta baja.

Casi siempre era en plena siesta y cuando más calor hacía, cuando aparecía el “Chato Ruedas” con el carro de la paja. No entendía el porqué algunos vecinos siempre exclamaban la misma frase: ¡Venga, a entrar la paja con la fresquita! No llegaba a entender cómo a 40º grados era la fresquita. Con el paso de los años comprendí que aquella frase era pura ironía. En esa tarea los chiquillos desempeñábamos una importante función aunque de manera irregular, pero nos implicábamos, máxime cuando nuestro esfuerzo tenía como recompensa una entrada para el cine. En ocasiones, se invitaban a otros chavales de la vecindad para que echaran una mano, previo pago de unas pesetas que serían también para ir al cine de la Cava. En mi casa había un premio añadido, como era el baño reconfortante en unos barreños llenos con agua del pozo que llevaban todo el día calentándose al sol; era nuestra piscina particular en la que -incluso- buceábamos. Con el paso de los años y la mecanización, la paja y la alfalfa venía empacada y era mucho más fácil de transportar y almacenar, aunque bastante más pesada.



EL CINE DE LA CAVA

Al mencionar el cine de la Cava, lo primero que viene a mi recuerdo y al de muchos de la época, es el aroma que desprendían las altas y frondosas matas de dompedros que había en el pasillo de acceso a él. Está claro que por la cercanía, éste era nuestro cine, el más fresquito de todos pero el que antes echaba el telón cuando comenzaba a cambiar el tiempo. Durante toda la temporada cinematográfica, se ponía en la puerta del salón de verano Agustín Poisón “Pirulín” con su carrillo de chucherías, todas iluminadas por una bombilla que colgaba por encima. Enfrente de éste y al lado de la taquilla, había un bar sin mucha clientela que regentaba Alfonso Dueñas al que los mayores conocían por “el Brujo”. En la pared y junto al portón de madera pintado de verde, había colgados algunos cartelones donde aparecían una docena de fotogramas en color de la película anunciada e incluso de otras proyecciones próximas.

No era mi padre mucho de pagarnos una gaseosa en el ambigú, por lo que siempre llevaba una botella de agua y con eso “Íbamos que chutábamos”. Recuerdo muchos títulos de aquellos años 60, pero los que más nos atraían a los chiquillos de entonces eran las de aventuras, sobre todo las del Oeste siendo “La Muerte tenía un precio” la estrella, las de romanos, destacando para mí la saga de “Los 10 Gladiadores” y la saga de “Fumanchú” que a la sazón fueron con las que tuve mis primeras pesadillas. Si nos gustaban mucho decíamos ¡Vaya peliculón! y si nos aburríamos ¡Esto es un pastelazo! Las que tenían buena carta de presentación, eran aquéllas en que aparecía al principio un león rugiendo. He de reconocer que había otros títulos más atractivos para las féminas, chiquillas o mociquillas, como “Sisi”, “Mary Poppins”, “Sonrisas y Lágrimas” o las que protagonizaba Marisol. No había función en la que no llamara nuestra atención el paso por el firmamento estrellado de una estrella fugaz en una décima de segundo.

En mitad de la proyección, siempre se hacía un descanso para que se consumiera en el ambigú o se fuera al servicio. En este intermedio había una banda sonora que nos acompañó durante muchos veranos, como eran las canciones “Pepa Bandera” y Paco, Paco, Paco” de Encarnita Polo, “Juanita Banana” de Luis Aguilé, “La Felicidad” de Palito Ortega o “María Isabel” de Los Payos. Mientras tanto, los chiquillos aprovechábamos para correr como los indios delante de la pantalla levantando una gran polvareda de la tierra y la gravilla suelta del suelo que no era del agrado de los mayores. Al decir esto, muchos que vivieron estos años, se habrán percatado de que no íbamos a Preferencia, sino a General que era más barato y las sillas eran de hierro y otras de enea, mientas que la zona más cara las tenía de madera y más nuevas.

Al regresar a nuestra casa y en unos cambrones que asomaban por el bardal de la “Chuminica”, habitaban unos gusanos con luz que casi nunca pudimos atrapar y cuando cogíamos alguno, para sorpresa nuestra ya no se encendían. Recuerdo a mi padre, cuando el tiempo refrescaba, ir al cine con una chaqueta gris de chéster sobre los hombros. Cuando entrábamos por el portal, solíamos hacerlo bastantes sigilosos, porque casi siempre de entre la hierba o los sacos de pienso, salían curianas e incluso ratones y hasta que no acabábamos con ellos no nos íbamos a la cama.   

Unos, mayores que nosotros, se subían a los pinos que había alrededor de los jardines del Alférez Rojas para ver gratis la película. Su sorpresa era (o la sorpresa de sus madres) cuando se bajaban del árbol y comprobaban que tenían manchados los pantalones de resina, tan difícil de quitar. Otros, se colaban por las vallas de edificios colindantes, hasta que los pillaba el portero. Yo no me colé jamás por los bardales, pero sí me subí en alguna ocasión a los pinos cuando contaba unos once o doce años. Durante los días siguientes a la película que nos gustaba, los chiquillos convertíamos nuestra calle en el campo de batalla donde luchaban los romanos o en el escenario de las películas de indios y americanos, siendo sierra Mágina las montañas del lejano Oeste. Por cierto, luego le cogía a mi padre el sombrero de paja y lo doblaba para que se pareciera al que llevaban los héroes americanos, con la posterior reprimenda por habérselo destrozado.

JASA

viernes, 25 de septiembre de 2020

MIS RECUERDOS DEL MES DE JULIO

 JULIO

El cubo de zinc lleno con agua fresca del pozo en el que flotaba la fruta del tiempo y alguna que otra botella, el gazpacho en una fuente escarconchá de porcelana blanca, la interminable hora de la siesta, la aparición de múltiples esoyones que lucíamos en codos y rodillas pintados de roja Mercromina y los melones y sendrías como postre encima de la mesa, eran las señales inequívocas de que estábamos en el mes julio, en pleno verano. 


 “EL VIEJO” Y EL CAMPAMENTO

En la antigua Travesía de Chirinos que ahora tiene por nombre calle Barco y que se encuentra frente a la hornacina de la Virgen, vivía un vecino llamado Antonio Gutiérrez Medina. Este hombre oriundo de Jódar, perdió el amor de su vida, su novia, y desde entonces dedicó todo su tiempo y su cariño a los más jóvenes, precisamente esos mismos jóvenes de Acción Católica serían los que le apodarían “El Viejo” debido a su diferencia de edad. En 1958 quiso que los niños con menos posibles económicos disfrutaran de unos días de vacaciones y convivencia en campamentos, tanto en la sierra como en la playa. Debido a la proximidad y a la amistad vecinal, Antonio propuso y ofreció a mi madre -en varias ocasiones- la posibilidad de que yo fuese a uno de esos campamentos que serían gratuitos, a lo que ella nunca accedió, no sé si por miedo a que me pasara algo o porque no nos significáramos demasiado con estos movimientos cercanos al franquismo; creo que más bien era por lo primero. En cualquier familia el hijo primogénito es el que les va abriendo las puertas a los que vienen detrás, pero debido a mi corta edad y al temor de mi progenitora, ésa no la pude abrir. Teniendo una oportunidad tan cercana nunca la aprovechamos y nunca fui a campamento alguno, salvo el de la Mili. En la actualidad se continúan llevando a cabo dichos campamentos, hoy enmarcados en las actividades de la JACE.


EL PILAR DE LA FUENTE DE LAS RISAS

El pilar-abrevadero que da nombre a nuestra calle, fue en la infancia de todos mis coetáneos más que un icono. Era la fuente de vida para los años de sequía, porque de sus tres caños había uno que todavía manaba agua más potable que los demás, hoy desaparecido. Era el manantial de agua para el ganado. El mayor tránsito lo tenía cuando las caballerías partían o regresaban del campo, pero también cuando los vaqueros llevaban sus reses a abrevar, tanto por la mañana como por la tarde. Curiosamente todos emitían un silbido peculiar que animaba a beber a los animales, tanto los de pezuñas como los de cascos. La mayoría de los vaqueros coincidían a las mismas horas, que era después de los ordeños, teniendo que guardar su turno. Su organización era improvisada, dado que las vacas entraban por el lado que daba al poniente y salían por el otro, de esta manera no se cruzaban. También fue el agua extra para la limpieza del hogar o para hacer la colada; de hecho y en algunas ocasiones, también bajaban algunas vecinas a lavar allí la ropa. En ocasiones, el pilar se convertía en un lugar de juego, aunque este entretenimiento no les agradaba a los ganaderos y hombres del campo, porque les enturbiábamos el agua y los animales no la bebían. Algunos hasta se bañaban, pero no era muy recomendable por las ovas y las sanguijuelas, pero sí que chapoteábamos, lanzábamos piedras y nos poníamos tupíos. 

JASA


jueves, 27 de agosto de 2020

MIS RECUERDOS DEL MES DE JUNIO

Escuela de Marialao a mediados de los 60 

JUNIO

Junio era el pórtico del tan esperado verano y ya nos ponían a los niños los pantalones cortos y las sandalias, y a las niñas las liberaban de los leotardos y las medias. Mes que era la antesala de las vacaciones al no haber escuela por la tarde y los chiquillos tomábamos la calle. Mes en el que se buscaba el frescor del portal y el agua del botijo, reencontrándonos con el sabor de los alcarciles y el olor a la yerbabuena de los caracoles.

MI PASO POR “MARIALAO”

Mi primer contacto con la escuela fue en la de “Marialao” cuando yo tendría unos tres años. Al comienzo del curso, lo primero que había que llevar antes de nada, era la silla que, para que no la moviéramos, la clavaba a la pared o las asía entre ellas por los espaldares, siendo ése el lugar que ocupábamos durante todo el curso. Una silla a la que, algunas veces, le nacían unos parásitos que nos ponían los muslos encirotaos de picaduras. Cuando “Marialao” comenzó a tener una edad avanzada, quedó toda la responsabilidad para su hija Pepa que unificó en una habitación a los escolares de ambos sexos. Los veranos eran los más divertidos y a la vez complicados, dado que había una avalancha de anjalicos y chiquillos que, para ubicarlos, se ampliaban las clases al portal e incluso hasta la misma cocina. Y lo recuerdo porque cuando su marido tenía que sacar el mulo de la cuadra, los que estábamos allí nos levantábamos para volver a ocupar nuestras sillas cuando el animal ya estaba en la calle. En el patio tenía un bacín por si se presentaba una urgencia, pero las que más lo utilizaban eran las chiquillas, porque nosotros aguantábamos de un tirón; claro, así cuando salíamos a la calle la mayoría meábamos en un poste que había a la vuelta de la esquina. En nuestra cartera, bien de tela o de cuero para los más desahogados, llevábamos lo imprescindible: la pizarra de mano, con tizas o pizarrines que los había blancos y negros, pero curiosamente ambos pintaban de blanco. Aquellos pizarrines se convirtieron en un peligro para los más pequeños, porque se los metían en la nariz y a más de uno había que sacárselos con unas pinzas o llevarlos a la Cruz Roja, por ello fueron prohibidos unos años más tarde; un trapo para borrar las pequeñas pizarras era imprescindible, aunque a veces nos apañábamos con los puños; un plumier, con un piso o con dos, donde iban los lápices junto a la maquinilla de hacer punta, la goma de borrar Milán, que por cierto había algunas que olían a nata e incitaban a hincarle el diente y en más de una ocasión así lo hacíamos; las cartillas de escritura y de las cuentas de la marca Lanzas o Rubio, y si ya eras un poco mayor, disponías de blocs, bolígrafos y El Parvulito que era el paso previo para la Enciclopedia y con esto sabías casi tanto como la maestra. Las niñas -aparte- tenían que hacer labores de costura -sobre todo las mayores- para que el día de mañana fueran unas mujeres de provecho.

Como cualquier escuela de aquella época, lo primero que se hacía al entrar era rezar con una musiquilla muy peculiar y esa misma “partitura” se empleaba para contar del uno al cien, recitar la tabla de multiplicar que, al llegar al nueve, algunos nos faltaba el aire, y rezar el Padrenuestro, la Salve o el Credo. También, como cualquier escuela de esos años, existían los castigos para los más revoltosos o malos estudiantes. “Marialo” tenía una “palmeta” en su mesa que empleaba para impartir el correspondiente castigo sobre las palmas de las manos, bien por propia voluntad o sujetadas por ella en el caso de retirarlas cuando propiciaba el palmetazo. Si era en invierno, ya teníamos garantizadas las manos bien calientes. Su hija Pepa tenía en su lugar una regla de madera. Además, “Marialao” tenía otro castigo para los muy rebeldes, como era ponerlos sentados en los escalones blanqueados de una escalera que subía a las cámaras, con el consiguiente temor que ello suscitaba, porque en esos lugares -aparte de la paja- solían pulular las ratas, vamos, que era ni más ni menos que el “cuarto de las ratas” y su exclamación era: ¡Como no te portes bien, te encierro en el cuarto de las ratas! Hubo un escolar que, debido a sus largas permanencias allí, ya le conocíamos como Juanito “el de la escalera”. Precisamente en la puerta que subía a la cámara, estaba colgada la pizarra de tabla negra. Sobre la mesa de la maestra no había muchas cosas, aparte de una libreta y un lápiz que le sacaba punta con una navaja que tenía en el cajón junto con algunas cosas más, como la temida palmeta. Entre los niños corría un “truco” para combatir el dolor de este objeto disciplinante y era el tener la mano untada en aceite y restregada con ajo; craso error. Con el paso de los años y al entrar a trabajar en El Métrico, descubrí que aquel trozo de tablilla era la mitad de una percha de madera. Siempre que los chiquillos la sacábamos de quicio exclamaba: ¡Y una miércoles! A pesar de todo, a aquella maestra la tuvimos en gran estima todos los que pasamos por su escuela, que fuimos muchos y muchas, siendo la que nos enseñó a leer, escribir, las cuatro reglas, geografía e historia y resolver los primeros problemas.

JASA 



CABAÑUELAS PARA EL FINAL DE 2020. Úbeda y la comarca.

 


Ya nos ha hecho llegar nuestro amigo El Piti las cabañuelas para lo que queda de año y los ocho meses del que viene. Pero como él lo separa en cuatrimestres, pues aquí tenemos el primero, el que corresponde a los cuatro últimos meses del año en curso. Como podési comprobar lo más llamativo es la escasez inportante de lluvias. Esperemos que se equivoque por completo, porque después del año que llevamos, lo que falta es una sequía. Aprovechamos para darle desde aquí nuestra enhorabuena, por los muchos aciertos en las cabañielas del año pasado, salvo en el mes de febrero que echó un borrón, como los buenos pintores.   


martes, 19 de mayo de 2020

MIS RECUERDOS DEL MES DE MAYO


Foto principio de los años 60
(Cedida por Bartolomé Camprubí)

Por JASA

En el mes de mayo de aquellos inocentes años de la infancia, aparecen en mis recuerdos mezclados varios sentidos que aportaban el color de las amapolas junto a las varitas de San José, el olor a la hierba amontonada en los portales de mi casa y el sabor diferente de la leche con su color amarillento, las habas verdes, los altares en las casas junto a una canción que cantábamos y acababa de así: “Con flores a porfía, que Madre nuestra es”.


LA TRAÍDA DE LA VIRGEN DE GUADALUPE


Desde mi nacimiento y hasta entrados en la década de los 70, no supe lo que era ir de romería. En mi infancia sólo recuerdo varios momentos concretos: la visita a la capilla del Hospital de Santiago cuando traían a la patrona y pasaba allí unos días, las visitas a Santa María y la despedida en el mismo hospital por donde pasaba antes de retornar de nuevo a su santuario. Todo siempre de la mano de mi madre y puede que hasta me utilizara como acompañante, porque en aquellos años aún no estaba bien visto que una mujer fuese sola a ningún sitio. Creo que durante su estancia en Úbeda, a la patrona la llevaban sobre unas pequeñas angarillas a la casa de algunos impedidos o enfermos que lo solicitaban. Cuentan varios de mis coetáneos que, por nuestra calle la vieron pasar y entrar a casa de Juan Pedro “Telaraña”, pero yo ya no vivía con ellos. Para que sirva de recordatorio, la traída de la Virgen de Guadalupe a Úbeda se hacía el Domingo de Pentecostés, cayendo así cada año en una fecha distinta; sin embargo fue en esta década (1963) cuando la cofradía adelantó la fecha y adoptó el día 1º de Mayo para su romería y traída hasta Úbeda, siendo entonces su presidente Manuel Moreno Pasquau.

CAÍDA DE UN RAYO


Era domingo por la mañana y llevábamos un año viviendo en el número 76 de la calle Fuente de las Risas. Una tormenta matutina cargada de mucho aparato eléctrico despertó a la vecindad que aún no estuviera en pie, porque un fortísimo estallido hizo temblar todas las casas. Yo todavía estaba en la cama y serían entre las nueve y media y las diez menos cuarto de la mañana. Había caído un rayo unos metros más arriba, precisamente en la casa de Luisa y Antonio, los que tenían la tiendecilla. En esa misma casa y hace unos meses visité a Luisa, ya viuda de Antonio, y me contó lo siguiente: “El rayo atravesó la vivienda desde el tejado hasta los bajos de la casa. Destrozó varias paredes y quemó toda la instalación eléctrica, desplomando de la pared hasta el contador de la luz. Gracias a Dios no hubo que lamentar desgracias personales porque aquel rayo derritió las patas de la cama donde dormía mi hijo Blas, pero lo salvó la obligación de asistir a misa todos los domingos a los Jesuitas”. En la mente de esta familia jamás olvidarán aquella nube de mayo de 1962. La huella de aquel impacto quedó visible en la pared del tejado durante muchísimos años y a pesar de estar pintada, cuando paso cerca de ella aún reconozco el cerco que dejó.

martes, 5 de mayo de 2020

CABAÑUELAS EN EL CORONAVIRUS


A pesar de que en los tiempos que estamos atravesando no es prioritario saber qué tiempo va a hacer en las fechas más destacadas del calendario, hemos querido seguir publicando aquí el almanaque cuatrimestral que nos hace llegar nuestro amigo El Piti con las previsones cabañuelísticas de los meses de Mayo, Junio, Julio y Agosto. Bien es cierto, que los pronósticos del primer cuatrimestre han quedado acertados al cincuenta por ciento, lo mismo que también es cierto que todos los cabañuelistas de la zona o de la provincia, han tendio los mismos desaciertos. El tiempo está cambiendo -dicen.  

lunes, 13 de abril de 2020

MIS RECUERDOS DEL MES DE ABRIL

Paso de la Virgen de la Soledad
(1966-1967)

Por JASA

Era el mes de la luz y el color; la explosión de vida en los campos que mostraban todo su esplendor. También era el mes donde los chiquillos explosionábamos invadiendo la calle durante más horas al día. Este tiempo primaveral invitaba a los mayores para darle una vuelta a la casa, a los armarios y a la despensa, preparándolos para la Semana Santa.

LA SEMANA SANTA DE LOS 60

Era preceptivo estrenar algo en el Domingo de Ramos, sobre todo los chiquillos. Era preceptivo que los hombres se echaran a la calle con su traje más especial o al menos con traje y corbata. Era preceptivo santiguarse al paso de cada imagen sagrada. Era preceptivo visitar los sagrarios. Era preceptivo ver cada cofradía varias veces atajando por los callejones. Era preceptivo escuchar música clásica por los receptores de radio, silenciar las canciones de los bares y cerrarlos la tarde-noche del Viernes Santo. Era preceptivo que en las procesiones fuese un representante de las fuerzas vivas y fácticas revestido con uniforme del Movimiento. Y era casi preceptivo, que los retratistas ambulantes nos hicieran una foto por la calle en estos días.  
En esta década las cofradías aún estaban atravesando sus años de escalada, pero conforme íbamos avanzando en la misma, comenzó un preocupante declive en el que varias hermandades pasaron muchos apuros para su supervivencia. Fue aquella época en que la figura del presidente “mecenas”, que costeaba casi todos los gastos, dejó de serlo o dejó de costearlos.
 En estos años estaba vigente la costumbre de que si llovía, la cofradía podía salir en otro momento de la semana, máxime si tenía que unirse a la Procesión General;  pero si ésta se suspendía por la mala climatología, podía salir el sábado. Así pudimos ver por las calles a la Santa Cena el Jueves Santo y la Oración el Viernes Santo, por ejemplo. Fueron años en que varias bandas de cabecera (Oración, Columna y Resucitado) experimentaron un revulsivo gracias a la dedicación instructora de Rafael Sánchez, director de la banda de la Academia de la Guardia Civil, por ello hacían los mismos toques militares y entraron en una absurda competencia, sobre todo Oración y Columna. Muchas cofradías complementaron su hábito penitencial con la incorporación de la capa (Oración, Humildad, Santo Entierro, Caída y Resucitado). La cofradía del Borriquillo perdió su banda de cabecera y desde el año 1964 ocupó su lugar la banda y escuadra de la OJE. La banda de cornetas y tambores de la Cruz Roja encabezaba el guión de la Santa Cena. La banda de los romanos en la Humildad ya era especial, en muchos aspectos. Los ligeros se hacían con la cara descubierta y en el guión de la Soledad lucieron algunos años capirucho, con la queja de muchos trompeteros que ya no podían fumar. Las únicas trompetas que se oían en las cofradías del Viernes Santo eran las de los lamentos. La mayoría de la candelería de los Pasos era de luz artificial alimentada por baterías. Todas las cuadrillas de costaleros eran asalariadas y en ocasiones aprovechaban la escasez de los mismos para pedir un aumento de lo acordado antes de arrancar la procesión. La Procesión General, una vez que llegaba a la Plaza Vieja, proseguía su recorrido por la calle Mesones y las cofradías que participaban en ella eran las mismas que en la actualidad. En esta década se fundó la cofradía del Cristo de la Noche Oscura e hizo su primer Vía Crucis en 1965. Desapareció la imagen del Yacente en la urna y ocupó su lugar la nueva talla de Palma Burgos (1965). Dos cofradías incorporaron la imagen mariana como cotitular, María Stma. de la Caridad para la Columna (1960) y María Stma. de los Dolores para la cofradía de la Expiración (1961). Está claro que aún no existían las cofradías de la Virgen de Gracia, el Cristo de la Pasión, Las Lágrimas, la Buena Muerte, la Sentencia y El Prendimiento.

Los hermanos Soria Arias (1967)

Texto extraído del libro en imprenta 12 MESES DE MI INFANCIA. "Úbeda en los años 60, desde la calle Fuente de las Risas".  

lunes, 6 de abril de 2020

SACAR TAJADA DEL CORONAVIRUS


Nos enfrentamos de lleno a la postmodernidad, más manifiesta que nunca. El TODO VALE. La gente sabe de todo y más que nunca. Más que los/as profesionales que salen en la televisión informándonos cada día de la situación actual. También, son políticos, legisladores y podría decir que muchos/as de ellos/as hasta podrían haber hecho cursos en algún seminario. Tus amigos/as opinan. Tus vecinos/as opinan. Tu familia opina; éstos los que más opinan o porque los escuchas más fuerte y más de cerca. Todos/as opinan. Dictan. Todos/as dictan. (Realidad que encontramos dentro del colectivo teatral a cada cosa que hacemos y más si cabe, dentro de la estructura educativa). ¿Crítica constructiva?, eso no es postmoderno. Crítica o podría ser incluso ataques que se hacen desde el “Yo tengo la razón”, “Yo lo haría de otro modo”, “Eso no se hace así”, “Yo lo hago mejor”. Todos los individuos, tienen una solución posible. La solución no la tiene nadie de forma individual, ni nadie concreto. La tienen ellos/as, los/as que hablan, opinan, enjuician, reitero, dictan.
El gobierno, intenta plantear esta situación desde una mezcolanza entre la modernidad y postmodernidad. Aplica un método que solo ha funcionado en China, pero es obviado y observa a Italia, en una situación de peor calibre, pero con paralelismo cultural, lingüístico y geográfico.
A las 20:00 h. o en concreto, a las 19:58 h., sale la población española y creo que alguna de otro país a hacer palmas por agradecimiento y solidaridad a todos los cuerpos de profesionales tanto en la sanidad, en los servicios y en el sector primario, que se están dejando su piel y exponiendo su salud y tiempo para que a nosotros/as no nos falte lo básico, una atención sanitaria y cubrir las necesidades básicas de alimentación. Un claro gesto y ejemplo de humanidad. Este hecho es un símbolo de colectividad ante una situación individual. Se genera una identificación. “No hay roles, no hay partidos”.  Todo esto aderezado y endulzado con la música. Canciones como la de Sobreviviré de Mónica Naranjo o Resistiré del Dúo Dinámico, “salen del armario”, para ponerse de moda y abanderarse como consigna o himno de lucha, para lo que muchos/as han denominado como Tercera Guerra Mundial. Aprovechando esta situación surgen otras iniciativas  a las 21:00 h. o a las 22:00 h. para hacer palmas por otras cuestiones que ya van rozando lo político.
El terrorismo del miedo se ha instalado. Cuando se decretó el confinamiento a partir del 14 de marzo, la muchedumbre incumbió en los supermercados y tiendas de barrio para abastecerse de los productos que necesitase como geles hidroalcohólicos, (o los componentes para su elaboración), papel higiénico o algún bien de primera necesidad. Durante la primera semana se veía el pánico y la incertidumbre en la gente. Ahora con el paso del tiempo, eso se ha normalizado y no se agolpan por dejar limpias las estanterías de los supermercados. El gobierno: “No habrá desabastecimiento” y así está siendo. Parece que sí tendremos asegurado el papel higiénico mucho tiempo más.
Los tecnócratas tratan de analizar la situación desde un perfil formado. Vemos que en el caso del gobierno central, su posición  es más militarizada. Ruedas de prensa con la ministra, el experto en salud y las fuerzas de seguridad (policía, guardia civil y militar). En otras comunidades, los comunicados se hacen con periodistas y expertos en sanidad, médicos, científicos, y responsables del gobierno. Muy diferente a la postura mostrada en las ruedas de prensa por el gobierno de coalición en referencia a otras comunidades autónomas.
La información, como servicio de control y desinformación. Los medios abusan del mantra “El coronavirus, infectados y fallecidos”. Una responsable de sanidad, instó a que dejaran de hacer eso, porque solo conseguía quebrar la confianza de los/as ciudadanos y generar más miedo, y la información era igual de poco necesaria, por la desinformación y el descontrol que traspasa a la ciudadanía.  En mi casa ahora mismo, los comunicados de las 15:00 h. en las noticias del medio día en España, se toman a modo frívolo por la situación que hay. Viendo ya el número de muertos diarios y de afectados, como una competición, pasando los fallecidos a ser puntos por cada país. Hoy, 750, hoy 862, hoy 815, hoy más que nunca, 960, etc…. Son personas, pero hoy más que nunca, son números-cifras, no tienen sepelio ni despedida esos familiares. Recuerda a otras épocas, unas muy lejanas y otras no tanto. Los/as griegos/as ya hablaban de eso, desde el teatro con obras como Antígona, cómo enterrar a tus muertos/as, si ni siquiera puedes despedirte de ellos/as.
La educación también está pasando por un punto crítico. Hemos evolucionado y cambiado en millones de aspectos pero el trasvase a educación telemática está siendo un fracaso tanto a nivel docente, como de retroalimentación a los/as estudiantes. Dejando en duda, si el/la estudiante está aprendiendo o no. Un pasatiempo profesional y educativo. Cómo entretenernos para no perder el curso y ellos/as poder tener sus horas de trabajo por la inspección cumplidas y seguir recibiendo salario. Una situación difícil y crítica y creo que va a tener muchas reflexiones.
La escuela nunca ha sido postmoderna, hay corrientes que intentan encauzarla hacia ese cambio y más en esta situación de obligado confinamiento en los hogares. Pero no lo es, y seguirá sin serlo durante mucho más tiempo. Estudiamos con lápiz y papel pero existen superordenadores, internet y cohetes espaciales. Existe una dificultad aparente en el desarrollo cognitivo de enseñanza –aprendizaje. Llamémoslo, desfase. No existe la retroalimentación (Feed-Back) directa yreal con el aula presencial –aula magistral.
Los vídeos de mantenimiento físico, que desde televisión o redes sociales nos lanzan en campaña: “PODEMOS”. Cada uno/a piensa y ofrece la mejor o ideal manera para pasar esta cuarentena en el mejor estado físico posible. Todos/as piensan que su forma es la mejor. Antes, buscaba videos de ciertos ejercicios o ciertas técnicas para poder practicar en casa y nunca tuve la oportunidad (fallo en el sistema de formación), ahora tenemos saturación de información, informal e imparcial. Cualquier persona puede ofrecer servicio y sistemas de mantenimiento físico y algunas no tan buenas para tu salud porque no están hechas por profesionales y las que sí lo están no saben qué público los está viendo.Cada uno/a piensa que su forma es la mejor y su método el ideal para esta situación.
Dentro de todas las crisis siempre hay gente que gana. Todas las redes sociales que nos mantienen en comunicación diaria y todas las conexiones “streaming”, (al momento) como Youtube, Netflix, Filmin, HBO, o Facebook, Whatsapp, hacen que sean sus mejores momentos económicos y ahora sí, poder tener un registro perfecto de todos nuestros gustos y datos de consumo, cuando el capitalismo vuelva a encender la maquinaria de arranque.
El medio ambiente, es el único que está saliendo beneficiado en todo esto. Igualmente, esa es una visión baladí del problema, por la situaciónactual no se revierte por dos meses con las industrias paradas, son nuestros hábitos los que tienen que cambiar después de esta situación. Por otro lado, la generación y producción de los productos sanitarios de esta crisis, son muy tóxicos y perjudiciales. Todos los desinfectantes, los hipocloritos de sodio (lejías) repartidas en grandes volúmenes por todos los espacios públicos de todas las ciudades de todo el mundo, eso va al suelo y al mar. Toda la cantidad de mascarillas, guantes, batas y demás fungibles, que se desechan al instante y cada día por volúmenes que mejor no saber las cantidades. Bien terminan en las chimeneas de los hospitales, en vertederos sanitarios o en el mar.
Las Artes (Cine, Teatro, Música, Literatura, Danza, Pintura) son las que nos están permitiendo salir de la rutina de encierro y proporcionan la evasión desde nuestros cuerpos y mentes al exterior, físicamente y emocionalmente desde nuestras casas. Todas ellas, las más afectadas por esta crisis sanitaria global. Las primeras que cancelaron sus espectáculos y seguramente las últimas en reponerse de esta situación. Ensayos parados, producciones congeladas, teatros vacíos. Costará sacar esta situación adelante. Los/as primeros/as profesionales que ofrecen cursos y masterclass (clases magistrales) gratis, a otras personas, simplemente por el hecho de aprender y no dejar de trabajar en el oficio. Varios cursos online he realizado con profesionales del sector altruistamente, y quien sabe, posibles estudiantes cuando todo esto acabe. El hecho de que la sociedad vuelva a usar las artes como fuga de la realidad y sobrellevar la situación sobrevenida, no es postmoderno, ni moderno, es ancestral. Siglos y milenios, el ser humano lleva usando el arte como medio de manifestación de sus emociones y reflejo de su sociedad del momento. Solo que aquí se vuelven al servicio de la evasión y evitando el tedio absoluto generado por la situación de confinamiento.
En este confinamiento, hemos visto como los militares y policías “fuerzas del orden”, han tomado las calles e incluso nuestra libertad, vigilan nuestros pasos y nuestras acciones de forma diaria, con un importante repunte en las partes de la tarde, y menos por las mañanas donde dentro la situación de excepcionalidad, vemos un flujo de vida diario aparentemente normal. Fuerzas que cuando llegan las 20:00 h., interrumpen su patrulla y también (se) aplauden y ponen el himno de España desde sus automóviles.
Dentro de este confinamiento, una de las cosas que indica totalmente que estamos en la postmodernidad es la forma de comunicarnos entre los familiares. Al estar aislados cada uno/a en sus domicilios, las redes sociales, forman parte como un familiar más de nuestro día a día y refleja cómo nos comportamos y se comporta la sociedad de nuestro alrededor o que se encuentra en una situación similar.
El no poder trabajar, sobre todo de cara al público o evitar coger los medios de transporte para ir al lugar de trabajo, han incentivado la aparición de la modalidad, teletrabajo (Trabajar desde casa). Después de esta situación creo que muchos empresarios/as verán esto como una posibilidad eficiente, barata y eficaz y que en algunos casos podría ayudar a la conciliación familiar, o no.
Desde nuestras casas y dentro de ellas, nos da la sensación a veces, de que el mundo sigue y solo nosotros estamos haciendo esto, o que es una broma. Llegamos a la performance colectiva y sobre todo con las ocurrencias y situaciones que se están produciendo a día tras día en los hogares de todos/as y cada uno/a de nosotros/as. Procesiones de semana santa desde los balcones, ejercicios físicos con los rollos de papel higiénico y así, mil y una forma de desfogar el apetito emocional que en muchos casos, se apagaba bebiendo en los pares de la esquina o yéndose de tapas, antes de la cuarentena. El ahogo emocional ante una situación de no escape. Un Escape Room sin solución aparente, donde la norma principal, es la resistencia. Todo roza los límites de la realidad y cuando lo veíamos en las películas era improbable que se diese. Ahora se da y los límites de la realidad se han estrechado, tanto que ahora estamos y somos eso, la realidad con sus aristas romas y delimitadas.
Casos así provocan que la gente aburrida en casa se grabe cualquier cosa que hace, prestándole más la atención a la necesidad del ser humano de ser escuchado y que el arte en muchos casos deja explorar. Este fue el caso de María Rubio, una egresada de la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga, que grabó un vídeo donde se ve cambiando de acento cada vez que habla y describiendo un poco su situación ante el confinamiento y considerándose ella misma en el video que está loca por ser capaz de hacer eso o que el confinamiento la lleva a hacer ese tipo de cosas. Se ha hecho viral. Esto es postmoderno. Lo efímero e individual del arte. De esto, habrán pasado varios días. Seguramente nadie se acuerda de ella.
Como conclusión, creo que esta crisis generada por el Coronavirus o COVID-19, será uno de esos hechos históricos como fueron las guerras mundiales o la destrucción de las torres gemelas. Hechos globales que cambiaran la realidad conocida hasta ahora. Cambios en la economía, cambios en la sociedad, cambios en las formas de trabajar, cambios en las formas de educar, cambios por todos lados, y seguro que muchos mejores, porque el ser humano aprende, y otros muchos peores, porque en las crisis siempre hay desalmados/as intentando sacar tajada.

Miguel Ángel Soria Rodríguez

Viernes, 3 de abril de 2020