lunes, 28 de septiembre de 2020

MIS RECUERDOS DEL MES DE SEPTIEMBRE

 

SEPTIEMBRE

Este mes se aferraba en ser la continuación del verano y aunque las horas de luz se iban acortando y algunas tormentas hacían acto de presencia, todavía quedaban vestigios del buen tiempo que tanto me gustaba, porque los primeros días seguían siendo una prolongación de la época estival y la escuela no arrancaba en serio hasta después de la feria, que para mí y todos los chiquillos, era la fiesta más esperada de todo el año.

LA VERBENA DE LA VIRGEN

La verbena de mi calle sólo la recuerdo muy remotamente en los primeros años de esta década. En una hornacina y en la esquina de la casa que había frente a la que yo nací había, y hay, una pequeña imagen de la Virgen María. En honor a su festividad el Santo Nombre de María o Dulcenombre de María, se celebraba cada 12 de septiembre una verbena. Todos los vecinos del ese tramo de calle participaban de alguna manera dando realce a la misma, colocando banderines de tela de balcón a balcón y sacando macetas a la puerta de la calle. Esta imagen tenía su cuidadora especial que se llamaba Isabel Jiménez, mujer muy devota a la que todos conocían como Isabelilla. Ella ejercía de camarera y también la que adecentaba de vez en cuando la pequeña hornacina. Pero era en septiembre cuando se volcaba mucho más, convirtiendo aquella pequeña capillita en todo un altar repleto de flores que llevaban los vecinos. Durante su día y la víspera, la reja que la guardaba permanecía abierta y como algo especial, se colocaba delante un altar y se le ponía una bombilla con mucha más potencia de la habitual que iluminaba la noche como un ascua de oro. Algunos vecinos que no llegaban hasta la verbena, sacaban sus sillas a la puerta de la calle y allí se convidaban a cuerva acompañada de alguna berenjena. A Juan Pedro Gallego “Telaraña”, el que ejerciera de mi abuelo, le llamaban el alcalde del barrio porque aportaba algo más a la causa y también ponía una bombilla extra encima de su balcón para dar más luz a la zona. Recuerdo ver en las cámaras de su casa, las banderitas ajadas por el tiempo confeccionadas con retales de telas multicolores, adheridas a largas y enmarañadas cuerdas. A comienzo de esta década (1961-1962) desapareció la verbena, e Isabelilla en ese día de septiembre, sólo engalanaba la Virgen y su hornacina, también mantenía encendida la bombilla “gorda”. Hace poco tiempo, unos nuevos propietarios de la casa donde se ubica la imagen, quisieron rescatar esta tradición y la mantuvieron durante varios años para el recuerdo romántico de los más viejos del lugar. En cuanto a la antigüedad de la capilla sabemos, por Juan Ramón Martínez Elvira, que ya existía en 1702, por lo que suponemos que estaba erigida -cuanto menos- a finales del siglo XVII.  



LA FERIA EN LA ESTACIÓN

La celebración oficial de la festividad San Miguel en la feria de los años 60 se limitaba a una misa en Los Frailes y así se ha mantenido durante muchos años hasta la aparición del grupo parroquial que en su día impulsó Eduardo Jiménez Torres “Zorrica” y que saca en procesión al patrón desde el año 2001. La feria, durante la década que estoy recordando, tuvo su enclave en lo que iba a ser en su día la nueva estación del tranvía, aunque por avatares del destino quedó siendo la estación de autobuses y en la actualidad aún continúa allí. Dentro de la edificación y a mediados de los 60 (1966-1967) se montó un parque y rio artificial con ciervos incluidos a iniciativas de la Compañía Sevillana de Electricidad en colaboración con la Jefatura Provincial de Montes, dando vida a la Feria de la Electricidad. Aquello fue un atractivo que recuerdan todos los que lo vivieron. Bajo el mismo techo se ubicaba la caseta municipal. En 1960, y esto no lo viví pero me lo han contado, en los bailes de esta caseta popular, cada día se elegía a la “Guapa” de un barrio y curiosamente uno de esos días le tocó a la representante del “Barrio de la Fuente de las Risas” ¡Qué categoría! A su alrededor se montaban las demás casetas, los carruseles y el teatro Chino de Manolita Chen, que llamaba nuestra atención pero sin saber qué espectáculo se ofrecía en su interior. Aparte de los perdurables coches de choque, estaban las Cunicas de Sánchez, las Olas de Vico, las Volaoras, los Aviones-torpedo, la Barca, el Látigo, el Baby Maribel, Baby Gaitán, etc.,… Había otras atracciones como la Casa de los Espejos, La Petite Terín, La Mujer serpiente y las tómbolas como la de Cristóbal con su regalo de ¡Balón, balón, balón y balón! o la de Las Muñecas con su premio especial de ¡Una Muñequita andadora! En el entorno, se ubicaban los bares, churrerías y varios puestos, algunos exponiendo una novedosa golosina como era la manzana envuelta en caramelo rojo y en algún rincón o esquina, un hombre o mujer vendiendo berenjenas de Almagro que tenía dentro de una orza. Y otros tenderetes que vendían marisco con montones de camarones, cangrejos y gambas muy rojizas, sobre hules de plástico blanco. Frente a la estación se instalaban otras casetas de baile, como la del Club Diana e incluso de la Cruz Roja, porque la del Club 61 la instalaban en el edificio de Falange. Detrás de la Colonia del Carmen (antes de convertirse en la calle Granada) montaban el circo Arriola pero a él nunca me llevaron mis padres; nos conformábamos con ver por detrás las jaulas de las fieras y comprobar el pestazo que desprendían. En esta década se impulsaron varias actividades que ya han desaparecido, como el Concurso de Hípica en el Campo General Nogueras Márquez, desde 1967; las carreras pedestres, las carreras ciclistas y también unas curiosas carreras de camareros. Las tiradas de Pichón y Plato, las representaciones teatrales y sobre todo las corridas de toros, tenían su cita anual en estas fechas, despuntando por este tiempo nuestro torero más destacado, Antonio Millán Díaz “Carnicerito de Úbeda”. La feria de ganado estaba por entonces ubicada en la calle San Marcos e inmediaciones y pocos años después la trasladaron a la parte norte, junto a la carretera de Circunvalación y calle Carolina. Ponía el broche final la Gran Traca que, junto al Castillo de fuegos artificiales del día de San Miguel, eran los dos espectáculos pirotécnicos que en aquellos años se hacían.  

JASA

No hay comentarios:

Publicar un comentario