jueves, 30 de junio de 2022

SOBRE LAS VIDRIERAS DE SAN NICOLÁS, TAN NECESARIAS EN SU PORTADA GÓTICA

Portada de San Nicolás, año 1913. 
Fragmento foto de Enrique Romero de Torres

La fachada gótica de San Nicolás debió tener, en origen, unas pequeñas ventanas ojivales por las que entraba muy poca luz al templo. Todo apunta que, a finales del siglo XIX ¿?, se quiso dar solución a ese problema de iluminación y se abrieron sendos huecos en los lugares de la fachada más apropiados, sin tener en cuenta la armonía arquitectónica del exterior ni tampoco del interior.

Aspecto de la fachada antes de la colocación de las vidrieras
Foto JASA

Esos ventanales se cerraron con unas cristaleras trasparentes de casetones cuadrangulares, las cuales fueron sustituidas entre los años 1998 y 1999 cuando se llevaron a cabo unas importantes obras de restauración en el templo. Parece ser que su nueva fisonomía iba a ser provisional y viendo que el tiempo trascurría si acometerse ninguna trasformación, los “Caballeros Veinticuatro” reivindicamos en algunos medios su reposición con vidrieras. 

De cómo surge la idea de las nuevas vidrieras

Cuando se cambió el viejo farol que había en la capilla de la Soledad, junto al arco del Losal tras la última intervención, los empleados el ayuntamiento se lo entregaron a nuestro caballero Mercader. Éste, pensó dárselo al párroco de San Nicolás con el que había estado charlando un poco antes, precisamente cuando se dirigía hacia la Cuesta del Losal. Bien, pues a la vuelta y con el farol en la mano, se encontró de nuevo a don Alfonso y le ofreció el farol de latón que él cogió de buen grado para adecentarlo y darle algún uso. De nuevo comenzaron otra charla a propósito de la cubierta del tejado que estaban reconstruyendo en una parte de la iglesia.

Al hilo de esto, nuestro caballero le preguntó si habría en el presupuesto alguna cuantía que se pudiera destinar para realizar unas vidrieras decentes y ponerlas en los dos ventanales de la fachada principal, que por cierto, destacaban muy mucho pero por su excesiva sencillez. El párroco también manifestaba estar de acuerdo en que esos ventanales desentonaban con la construcción gótica de la fachada sur del templo y le propuso a nuestro caballero, diciéndole: ¡A ver si encuentras a alguien en Úbeda que realice vidrieras, quedamos aquí y que haga un presupuesto! Y así fue, nuestro Mercader se puso manos a la obra y consiguió contactar con la única artesana de este tipo que (al parecer) hay en nuestra ciudad.

Pues bien, pasadas unas semanas, de nuevo quedaron ante la puerta de San Nicolás, el cura, la artista y el caballero veinticuatro. Ana, la artesana local de las vidrieras, presentó dos presupuestos y dos bocetos para ver cuáles de ellos se ajustaban mejor a la idea y también a la economía de la parroquia. Entre los tres vieron que el más elevado (o un poco más elevado), estaría en mayor armonía con el conjunto. Tras tomar las medidas exactas de los huecos y modificar del diseño original unos pequeños matices que irían mejor con el estilo gótico, ambas vidrieras quedaron encargadas para su ejecución. 

El párroco con la artesana de las vidrieras. Foto JASA

Tiempo después ya se encontraba el trabajo realizado y más tiempo después, ya se pudo encontrar un día en el que todas las partes que debían intervenir en su montaje, se pusieran de acuerdo. 

Trabajando en las vidrieras

Llegó el día de la instalación

Y llegó el ansiado día. Así bien, en la mañana del sábado 18 de junio, vísperas de la celebración de la festividad del Corpus, las dos nuevas vidrieras quedaron ubicadas en los ventanales de la fachada principal de la iglesia de San Nicolás. Aprovechando el elevador, también se hizo una limpieza de hierbajos en su fachada del poniente.  

Es de justicia dejar para la historia constancia de quiénes colaboraron o intervinieron para hacer posible que las dos vidrieras luzcan y aporten al bello templo un plus. En primer lugar, el párroco don Alfonso Garzón, por echarse para adelante y sufragar la obra; Ana Fernández, por ser la artista ejecutora de las vidrieras; Manuel Salamanca, cristalero de gran profesionalidad y trayectoria; la empresa Alquiser, por permitir trabajar con la cesta elevadora en un día de asueto; Francisco Javier Gutiérrez, vecino que se ofreció como pintor; la junta directiva de la cofradía de Las Lágrimas y por último nuestro caballero, que adquirió un autocompromiso con dicha iniciativa hasta ver finalizado el trabajo. Durante las cinco horas que tardó su montaje, se vivieron momentos muy intensos, dados los contratiempos  e imprevistos que surgieron, más el apremio de la celebración de una boda al mediodía.