Paso de la Virgen de la Soledad
(1966-1967)
Por JASA
Era el mes de la luz y el color; la explosión de
vida en los campos que mostraban todo su esplendor. También era el mes donde
los chiquillos explosionábamos invadiendo la calle durante más horas al día.
Este tiempo primaveral invitaba a los mayores para darle una vuelta a la casa,
a los armarios y a la despensa, preparándolos para la Semana Santa.
LA
SEMANA SANTA DE LOS 60
Era preceptivo estrenar algo en el Domingo de Ramos,
sobre todo los chiquillos. Era preceptivo que los hombres se echaran a la calle
con su traje más especial o al menos con traje y corbata. Era preceptivo
santiguarse al paso de cada imagen sagrada. Era preceptivo visitar los
sagrarios. Era preceptivo ver cada cofradía varias veces atajando por los
callejones. Era preceptivo escuchar música clásica por los receptores de radio,
silenciar las canciones de los bares y cerrarlos la tarde-noche del Viernes
Santo. Era preceptivo que en las procesiones fuese un representante de las
fuerzas vivas y fácticas revestido con uniforme del Movimiento. Y era casi
preceptivo, que los retratistas ambulantes nos hicieran una foto por la calle
en estos días.
En esta década las
cofradías aún estaban atravesando sus años de escalada, pero conforme íbamos
avanzando en la misma, comenzó un preocupante declive en el que varias
hermandades pasaron muchos apuros para su supervivencia. Fue aquella época en
que la figura del presidente “mecenas”, que costeaba casi todos los gastos,
dejó de serlo o dejó de costearlos.
En estos años estaba vigente la costumbre de
que si llovía, la cofradía podía salir en otro momento de la semana, máxime si
tenía que unirse a la Procesión General;
pero si ésta se suspendía por la mala climatología, podía salir el
sábado. Así pudimos ver por las calles a la Santa Cena el Jueves Santo y la
Oración el Viernes Santo, por ejemplo. Fueron años en que varias bandas de
cabecera (Oración, Columna y Resucitado) experimentaron un revulsivo gracias a
la dedicación instructora de Rafael Sánchez, director de la banda de la
Academia de la Guardia Civil, por ello hacían los mismos toques militares y
entraron en una absurda competencia, sobre todo Oración y Columna. Muchas
cofradías complementaron su hábito penitencial con la incorporación de la capa
(Oración, Humildad, Santo Entierro, Caída y Resucitado). La cofradía del
Borriquillo perdió su banda de cabecera y desde el año 1964 ocupó su lugar la
banda y escuadra de la OJE. La banda de cornetas y tambores de la Cruz Roja
encabezaba el guión de la Santa Cena. La banda de los romanos en la Humildad ya
era especial, en muchos aspectos. Los ligeros se hacían con la cara descubierta
y en el guión de la Soledad lucieron algunos años capirucho, con la queja de
muchos trompeteros que ya no podían fumar. Las únicas trompetas que se oían en
las cofradías del Viernes Santo eran las de los lamentos. La mayoría de la
candelería de los Pasos era de luz artificial alimentada por baterías. Todas
las cuadrillas de costaleros eran asalariadas y en ocasiones aprovechaban la
escasez de los mismos para pedir un aumento de lo acordado antes de arrancar la
procesión. La Procesión General, una vez que llegaba a la Plaza Vieja,
proseguía su recorrido por la calle Mesones y las cofradías que participaban en
ella eran las mismas que en la actualidad. En esta década se fundó la cofradía
del Cristo de la Noche Oscura e hizo su primer Vía Crucis en 1965. Desapareció
la imagen del Yacente en la urna y ocupó su lugar la nueva talla de Palma
Burgos (1965). Dos cofradías incorporaron la imagen mariana como cotitular,
María Stma. de la Caridad para la Columna (1960) y María Stma. de los Dolores
para la cofradía de la Expiración (1961). Está claro que aún no existían las
cofradías de la Virgen de Gracia, el Cristo de la Pasión, Las Lágrimas, la
Buena Muerte, la Sentencia y El Prendimiento.
Los hermanos Soria Arias (1967)
Texto extraído del libro en imprenta 12 MESES DE MI INFANCIA. "Úbeda en los años 60, desde la calle Fuente de las Risas".
No hay comentarios:
Publicar un comentario