En la prensa de julio de 1997 se
podía leer el posible salvamento del puente renacentista de Ariza -conocido
también por Los Espárragos o La
Puente Nueva del Guadalimar- construido entre los años 1564 y
1581, como camino alternativo al de Despeñaperros y que estaba a 17 kilómetros del
norte de Úbeda (Jaén) y en el kilómetro 35 de la (hoy antigua) carretera
comarcal 3217… Habiendo sido proyectado por el arquitecto Andrés de Vandelvira
(Alcaraz, 1509-Jaén, 1575), mientras había empezado a llenarse el embalse de
Giribaile y el Ministerio de Medio
Ambiente había aprobado el proyecto de
traslado, piedra a piedra, hasta un emplazamiento rural a 10 kilómetros al
norte de Úbeda, de uso peatonal, entre olivos y en las cercanías de la ermita de
Nuestra Señora de Guadalupe, con un presupuesto de 800 millones de pesetas... El
puente de Ariza tenía abierto -desde el 4 de mayo de 1993- un expediente para
ser declarado bien de interés cultural y su inclusión en el catálogo del
patrimonio histórico andaluz... Y ya, por entonces, hasta Chueca Goitia decía:
«No conozco el puente, pero Vandelvira tiene una importancia capital, por lo
que se debe reconstruir en otro lugar».
Por eso -y como todo ello ha
caído en agua de borrajas- ayer, día 16 de julio de 2012, coincidiendo con la
victoria -hace ochocientos años- de los cristianos sobre los moros en la Batalla de las Navas de
Tolosa, durante la llamada Reconquista, y aún sabiendo que por allí no pasaron las tropas en conflicto; aunque sí
se produjo el milagro de los espárragos que protagonizó San Juan de la Cruz; y teniendo presente que
era el día de la Virgen
del Carmen, un pequeño grupo de ciudadanos ubetenses de nacimiento -o de corazón-
tuvieron a bien desplazarse, en la tarde y con coches particulares, al
mismísimo Puente de Ariza, una vez que la sequía nos ha regalado su
renacimiento bajo las aguas, para pasar unas horas de reivindicativa amistad y
acendrada nostalgia…
Siendo original idea de Ramón
Beltrán, y mediante la mano ejecutora de Juan Barranco, allí nos concentramos
un ramillete de amantes de la cultura y el patrimonio ubetense que deseábamos
hollar nuestros pasos por esas veredas, caminos y carreteras -donde antaño lo hicimos-
reivindicando que esta obra civil, tan importante, de Andrés de Vandelvira sea
sacada de las aguas y rescatada para nuestra ciudad. El lugar de ubicación
podría ser -entre otros…- el parque Norte, pues sus dimensiones y volumen vendrían
como anillo al dedo y harían aún más famosa nuestra ciudad como Patrimonio de la Humanidad en la parte
norte de la urbe…
Ya hace bastantes años, cuando
se hizo el embalse del Giribaile, se levantaron voces de que no se podía perder
esta joya arquitectónica pero nadie se hizo eco político ni reivindicativo del
proyecto, seguramente por la dejadez que nos caracteriza a los ubetenses en
general y/o por el coste económico que supondría; y eso que entonces andábamos buscando las
vacas gordas de nuestra economía de burbuja…
Ahora que la dichosa crisis -y
la mala gestión de ciertos políticos, banqueros y ciudadanos- nos han hecho
llegar a este punto, se necesita tener precisamente un proyecto común que nos
guíe con ilusión en rescatar nuestro patrimonio que por desidia de unos y de otros
-y de todos en la medida que nos atañe- está bajo las aguas y que por
casualidad, gracias a la dichosa sequía, nos ha puesto en bandeja de piedra dorada
para que recordemos que nuestros antepasados hicieron proyectos grandiosos que a
nuestra generación toca transmitir a las nuevas generaciones…
Los asistentes al evento dieron
un pausado paseo por sus alrededores, así como por el propio puente, llevándose
de primera mano la fatal impresión de ver el desgarro producido en sus
barandillas -que casi todas han sido arrancadas de cuajo- para hacer más
doloroso el camino de destrucción de esta piedra de nuestra carnadura
patrimonial… Al haber bajado el nivel de las aguas el puente lucía su esplendor
desde lejos -algo menos de cerca- demandando a este grupo de románticos y
utópicos visitantes, descubrir, por un tiempo la arcadia feliz de antaño en que
ese puente era instrumento vehicular de primera mano de todos los pasajeros que
lo atravesaron -andando, en burro o en coche- y entonces podían apreciar su rica
vegetación en estas tierras calmas del vulgarmente conocido “Río colorao”…
Las charlas entrecruzadas; los
recuerdos envueltos en románticos pensamientos; el lindo y luminoso atardecer
que se nos brindaba a todos; la sensación de que cualquier tiempo pasado fue
mejor… confabularon a todos los visitantes para que se conformara un hito de pacífica
protesta, ahora que los recortes y medidas económicas radicales hacen tanta
mella en el ciudadano medio, para pedir a quien corresponda: «Que no se pierda
esta joya renacentista pues si no se salvaba a tiempo -que todavía lo estamos-
pronto el agua volverá a penetrar como cáncer destructor en los huecos o
grietas que, poco a poco, se van produciendo en el puente, para ir
destruyéndolo lentamente, cayendo primero los arcos y luego los contrafuertes y
columnas; y para que nuestros futuros descendientes dentro de cientos de años
no nos acusen -con motivo- que dejamos abandonada bajo las aguas esta joya de la
ingeniería civil, tan esplendorosa y sublime... »
El puente tiene una longitud de
99,5 metros
y una luz libre de 31 metros
y está formado por cinco bóvedas de cañón muy desiguales, de fábrica de
sillería y perfil en lomo de asno teniendo como único elemento decorativo el
primitivo escudo de Úbeda.
La intendencia de la excursión
veraniega estuvo a cargo de JASA, que con su profesional cámara -al igual que
otros viajeros- supieron inmortalizar el
momento, el lugar y los personajes de esta peregrinación laica; y que una vez
acabada, dieron buena cuenta -en la antigua carretera que muere en el agua- con
bebida y tapas que se multiplicaron, como en el milagro del pan y los peces del
evangelio…
A su término Juan Barranco y
Juan Antonio lanzaron dos buenas ideas, que tuvieron hondo y certero eco en
todos los presentes: la publicación -en papel- del libro de Adela Tarifa “El Humanista ubetense Juan Pasquau Guerrero
y su época”, Premio Cronista
Alfredo Cazabán 2010, por parte de Gráficas Minerva (necesitando
100 ejemplares para que sea haga efectiva y rentable, aunque ya está en muchos ordenadores
en forma de libro electrónico); y la citación otoñal, con motivo de los cien
años del encuentro entre Antonio Machado y Baeza (1912-2012) en el Encinarejo; pero para ir a pie, y no en
coche como en esta excursión, aunque también han cortado la encina negra… -¡Nos
están quitando muchos de los símbolos, hitos o mojones en los que se basaba
nuestra más bonita y recordada historia!- Allí pasaremos una buena jornada
caminando y charlando amablemente con los amigos de los recuerdos y, principalmente,
de nuestro amado poeta…; además de leer en el punto de encuentro poemas del
autor sevillano que estuvo tantos años de profesor de francés en Baeza. De esta
manera rememoraremos los muchos paseos que realizó por el camino viejo de Baeza
a Úbeda, que será el que nosotros recorramos cuando, pasada la feria de Úbeda,
volvamos a reivindicar nuestra historia
en letras pequeñas, que a lo mejor ni en los libros está anotada…
Y con ese hálito poético y melancólico,
aunque alegres por las casi dos horas invertidas en esta excursión improvisada,
fue llegando la noche pasito a pasito, delicadamente, por lo que cada cual se montó
en el coche que le había traído y fuimos todos en busca del sosiego y la tranquilidad
que da la noche estival ubetense, donde el fresco y la buena compañía hicieron
el resto para que nos sintiésemos plenamente satisfechos.
Algunos nos quedamos con la
duda de saber quién salvará el Puente de Ariza. ¿Serán los políticos que nos
gobiernan…? ¿Quizá la ciudadanía de a pie o algún rico personaje que quiera
gastar su dinero en salvarlo siendo su mecenas y filántropo que se haga eco de
nuestras propuestas…? O a lo peor…, es simple
o paradójicamente la sequía la que nos brinde esta recuperación momentánea, que
aun a fuer de ser efímera, nos haga soñar románticamente con algún utópico y deseado
proyecto de recuperación definitiva…
En ello estamos…
Úbeda 17 de julio de 2012
Fernando Sánchez Resa
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