Esta imagen, obtenida de Internet, es de hace 100 años
¡Quién lo diría!
Bien
es cierto que en el último siglo se han producido en España varias crisis
sanitarias, epidemias, pandemias y de todo tipo que recordaremos, como el Aceite de Colza desnaturalizado, El
SIDA, la Gripe A (Aviar), la de las Vacas Locas, La Lengua Azul, la Fiebre Porcina,
El Ébola y la última, Listeria, producida por carne mechada. Todas ellas trastocaron
en su día -en mayor o menor medida- el
transcurrir de la vida cotidiana y como resultado más drástico se llevaron por
delante muchas vidas humanas, incluidas las de miles de animales si era el caso.
En estas crisis catastróficas que
padeció el ser humano a lo largo de su memoria “más reciente”, no debemos
olvidar la que tuvo lugar entre los siglos XIV y XVI, como fue la pandemia más
devastadora de la historia llamada y conocida como la Peste Negra o Muerte
Negra, que esquilmó a la población mundial tanto, que se cree que desapareció
un tercio de la misma. A pesar de no estar confirmado, todo apunta a que irrumpió
primeramente en Asia para después trasladarse por el estrecho de Mesina a
Europa.
Sin embargo, la pandemia más
reciente, tuvo lugar hace un siglo aproximadamente, entre los años 1918 y 1920,
que causó en la población mundial entre 40 y 60 millones de fallecidos; aunque
hay algunos estudios que afirman que esa cifra llegó a duplicarse, máxime
cuando -a veces- no se sabía si la muerte había sido como consecuencia de la
enfermedad o de la guerra. En nuestro país se contabilizaron 260.000 muertes. Aquella
dantesca pandemia se conoció y pasó a la historia como La Gripe Española, y no
porque se originase en nuestro país, sino porque al haber muchas naciones
inmersas en la Gran Guerra (1º Guerra Mundial) no se hicieron mucho eco de ella
por no ser la noticia principal y porque no interesaba que el enemigo supiese
qué daño estaba causando en la población y más aún, las bajas ocasionadas en
las tropas de los ejércitos. Por tal motivo, se conoció como Gripe Española,
dado que aquí sí se pudieron dar a conocer todos los datos sin censuras. Los biólogos
y epidemiólogos no llegaron a asegurar con certeza en qué lugar se originó este
virus conocido como H1N1 dado que unos apuntaban a Estados Unidos y otros a los
países asiáticos.
En los últimos meses, el ser
humano se enfrenta nuevamente a una nueva pandemia conocida ya por todos como
El Coronavirus y que se trata de una gripe muy contagiosa provocada por un
virus desconocido al que se ha registrado como COVID-19. No sabemos durante
cuánto tiempo estaremos inmersos en esta situación de alerta, pero si miramos
(ahora que tenemos mucho tiempo) la hemeroteca y los canales que hay a nuestro
alcance vía Internet, comprobaremos que estas situaciones tan complicadas no
desaparecen de una semana para otra ni de un mes para otro. Es probable que
tengamos que convivir con este Covid mucho más tiempo y que cuando lo creamos
superado dé un cambio inesperado y nos ponga de nuevo contra las cuerdas. Porque,
como en situaciones similares anteriores, no sólo afecta a los más vulnerables,
que sí, pero que también ataca a los jóvenes. Por ello, todos tenemos que poner
de nuestra parte y tener sentido común, tomándonos la situación en serio, pero debemos
hacerlo sin que nos cause trauma alguno. Es evidente que las circunstancias
actuales no son comparables con las de hace uno o varios siglos, dado que hoy
tenemos muchos más medios a nuestro alcance y los resultados al final no serán
tan drásticos.
Yo he vuelto hace poco del
extranjero y he comprobado la estampa apocalíptica que esta situación está
provocando y que la mayoría de nosotros jamás habíamos vivido. He comprobado in situ la psicosis que crean estas
emergencias reflejadas en los supermercados belgas, donde los clientes dejaban
las estanterías vacías de papel higiénico (incomprensible), harina, alcohol
sanitario, huevos y pastas. He visto la imagen tan desoladora que ofrecen los
aeropuertos de Bruselas y Málaga con todos sus establecimientos cerrados y los
escasos viajeros enmascarados y enguantados sin mediar palabras y guardando una
distancia de seguridad entre todos. He volado en un avión con capacidad de 180
pasajeros, en el que sólo veníamos una veintena y todos mirándonos con recelo y
muy atentos para esquivar quién tosía. He comprobado, volviendo en coche desde
Málaga, que la inmensa mayoría de vehículos que circulaban por la autovía eran
camiones o vehículos de transportes.
Haciendo este escrito he pensado
que estos episodios son naturales y posiblemente necesarios aunque no sean del
agrado de nadie. La raza humana como tal no tiene depredadores propios en la
naturaleza, aparte de las enfermedades (e incluso de él mismo). Por ello,
insisto, que formamos parte de un ecosistema que, de vez en cuando, hace un
descaste natural paradójicamente comandado por unos seres tan minúsculos como
eficaces que ponen en jaque a la población mundial, sin mirar razas, credos ni
estatus sociales.
Desde aquí, quiero sumarme a los
aplausos que cada tarde-noche se dedican al colectivo de sanitarios que
trabajan denodadamente para que esta situación salga adelante, sin olvidar a
otros como los transportistas, repartidores, empleados de supermercados,
tiendas de alimentación, responsables del orden y la seguridad, cuidadores y a
muchos más. Y por descontado, a todos los empresarios, pequeños y medianos, que
se han visto obligados a echar el cierre a sus negocios con la incertidumbre de
no saber si algún día volverán a abrir sus puertas. Un aplauso para todos
ellos. Saldremos de ésta, con mucho esfuerzo y solidaridad, pero saldremos.
asi sea
ResponderEliminarPero esto marcara nuestro futuro en años venideros---
al tiempo