lunes, 23 de marzo de 2020

"EL CORONAVIRUS" LA NUEVA APOCALÍPSIS

Esta imagen, obtenida de Internet, es de hace 100 años
¡Quién lo diría!

Bien es cierto que en el último siglo se han producido en España varias crisis sanitarias, epidemias,  pandemias y de todo tipo que recordaremos, como el Aceite de Colza desnaturalizado, El SIDA, la Gripe A (Aviar), la de las Vacas Locas, La Lengua Azul, la Fiebre Porcina, El Ébola y la última, Listeria, producida por carne mechada. Todas ellas trastocaron en su día -en mayor o menor medida-  el transcurrir de la vida cotidiana y como resultado más drástico se llevaron por delante muchas vidas humanas, incluidas las de miles de animales si era el caso.
En estas crisis catastróficas que padeció el ser humano a lo largo de su memoria “más reciente”, no debemos olvidar la que tuvo lugar entre los siglos XIV y XVI, como fue la pandemia más devastadora de la historia llamada y conocida como la Peste Negra o Muerte Negra, que esquilmó a la población mundial tanto, que se cree que desapareció un tercio de la misma. A pesar de no estar confirmado, todo apunta a que irrumpió primeramente en Asia para después trasladarse por el estrecho de Mesina a Europa.   
Sin embargo, la pandemia más reciente, tuvo lugar hace un siglo aproximadamente, entre los años 1918 y 1920, que causó en la población mundial entre 40 y 60 millones de fallecidos; aunque hay algunos estudios que afirman que esa cifra llegó a duplicarse, máxime cuando -a veces- no se sabía si la muerte había sido como consecuencia de la enfermedad o de la guerra. En nuestro país se contabilizaron 260.000 muertes. Aquella dantesca pandemia se conoció y pasó a la historia como La Gripe Española, y no porque se originase en nuestro país, sino porque al haber muchas naciones inmersas en la Gran Guerra (1º Guerra Mundial) no se hicieron mucho eco de ella por no ser la noticia principal y porque no interesaba que el enemigo supiese qué daño estaba causando en la población y más aún, las bajas ocasionadas en las tropas de los ejércitos. Por tal motivo, se conoció como Gripe Española, dado que aquí sí se pudieron dar a conocer todos los datos sin censuras. Los biólogos y epidemiólogos no llegaron a asegurar con certeza en qué lugar se originó este virus conocido como H1N1 dado que unos apuntaban a Estados Unidos y otros a los países asiáticos.
En los últimos meses, el ser humano se enfrenta nuevamente a una nueva pandemia conocida ya por todos como El Coronavirus y que se trata de una gripe muy contagiosa provocada por un virus desconocido al que se ha registrado como COVID-19. No sabemos durante cuánto tiempo estaremos inmersos en esta situación de alerta, pero si miramos (ahora que tenemos mucho tiempo) la hemeroteca y los canales que hay a nuestro alcance vía Internet, comprobaremos que estas situaciones tan complicadas no desaparecen de una semana para otra ni de un mes para otro. Es probable que tengamos que convivir con este Covid mucho más tiempo y que cuando lo creamos superado dé un cambio inesperado y nos ponga de nuevo contra las cuerdas. Porque, como en situaciones similares anteriores, no sólo afecta a los más vulnerables, que sí, pero que también ataca a los jóvenes. Por ello, todos tenemos que poner de nuestra parte y tener sentido común, tomándonos la situación en serio, pero debemos hacerlo sin que nos cause trauma alguno. Es evidente que las circunstancias actuales no son comparables con las de hace uno o varios siglos, dado que hoy tenemos muchos más medios a nuestro alcance y los resultados al final no serán tan drásticos. 
Yo he vuelto hace poco del extranjero y he comprobado la estampa apocalíptica que esta situación está provocando y que la mayoría de nosotros jamás habíamos vivido. He comprobado in situ la psicosis que crean estas emergencias reflejadas en los supermercados belgas, donde los clientes dejaban las estanterías vacías de papel higiénico (incomprensible), harina, alcohol sanitario, huevos y pastas. He visto la imagen tan desoladora que ofrecen los aeropuertos de Bruselas y Málaga con todos sus establecimientos cerrados y los escasos viajeros enmascarados y enguantados sin mediar palabras y guardando una distancia de seguridad entre todos. He volado en un avión con capacidad de 180 pasajeros, en el que sólo veníamos una veintena y todos mirándonos con recelo y muy atentos para esquivar quién tosía. He comprobado, volviendo en coche desde Málaga, que la inmensa mayoría de vehículos que circulaban por la autovía eran camiones o vehículos de transportes.         
Haciendo este escrito he pensado que estos episodios son naturales y posiblemente necesarios aunque no sean del agrado de nadie. La raza humana como tal no tiene depredadores propios en la naturaleza, aparte de las enfermedades (e incluso de él mismo). Por ello, insisto, que formamos parte de un ecosistema que, de vez en cuando, hace un descaste natural paradójicamente comandado por unos seres tan minúsculos como eficaces que ponen en jaque a la población mundial, sin mirar razas, credos ni estatus sociales.
Desde aquí, quiero sumarme a los aplausos que cada tarde-noche se dedican al colectivo de sanitarios que trabajan denodadamente para que esta situación salga adelante, sin olvidar a otros como los transportistas, repartidores, empleados de supermercados, tiendas de alimentación, responsables del orden y la seguridad, cuidadores y a muchos más. Y por descontado, a todos los empresarios, pequeños y medianos, que se han visto obligados a echar el cierre a sus negocios con la incertidumbre de no saber si algún día volverán a abrir sus puertas. Un aplauso para todos ellos. Saldremos de ésta, con mucho esfuerzo y solidaridad, pero saldremos. 

Juan Antonio Soria Arias 


1 comentario:

  1. asi sea
    Pero esto marcara nuestro futuro en años venideros---
    al tiempo

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