Cuando se publicita un acto o evento, los carteles que ocupan la vía pública,
deben ser retirados nada más pasar el acontecimiento
En
las recién pasadas fiestas en honor a nuestro patrón San Miguel, la programación
cultural y lúdica se ha multiplicado. Para dar cumplida publicidad a muchos de los
actos previstos, se suelen editan numerosos carteles que pululan por
escaparates, farolas y también en vallas publicitarias asignadas para tal fin.
Esta publicidad o cartelería, va desapareciendo con la retirada de las mismas o
el solapado posterior de las que le preceden.
Sin embargo -y aquí viene nuestra
reivindicación- hay otros carteles que ocupan parte de mobiliario público, principalmente
los que van adheridos a los postes del alumbrado y algunos que –incluso- se
atreven a pegarlos en las fachadas de edificios particulares. Y decimos esto
porque suele ser bastante frecuente que, cuando pasa el evento anunciado, un
buen número de estos anuncios se quedan allí olvidados dando muy mala imagen y
ofreciendo un aspecto de suciedad. Mala imagen porque, sobre todo los de los
toros, van adheridos a cartonajes y con el viento o la lluvia, quedan destrozados
recostados en su poste; porque si se destrozan y caen a la vía pública, los
empleados del servicio de limpieza los retiran, pero si aún están asidos al pie
de la farola o pegados a la misma, esos permanecen inertes allí durante muchos
días y hasta varias semanas. (Este proceder solía ser muy común en pasadas
ediciones). Y no sólo nos referimos a los de los espectáculos taurinos, sino
también a los del circo, similares o eventos puntuales.
Y viene al pelo esto que aquí
denunciamos públicamente porque, desde mediados de abril, es decir, desde hace
seis meses con sus ciento ochenta días, todavía queda un cartel expuesto y solapado
a una farola en la calle Picasso anunciando un espectáculo de dinosaurios, que,
para colmo de males, se llevaba a cabo en otra localidad de la provincia. Todo
ello sin hablar del coetáneo que está pegado debajo anunciando el espectáculo
de El Libro de la Selva, que aún pulula por muchas farolas y fachadas de los
edificios de las inmediaciones.
Simplemente queremos decir con esto que,
del mismo modo que se colocan estos carteles, luego los deberían retirar sus
responsables nada más pasar el acto o evento y no queden allí expuestos y
ajados formando parte del entorno.
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