en las piedras que habían labrado para luego
poder cobrar
Las marcas de
cantería, como su nombre indica, eran el sello que cada cantero, de siglos
atrás, tenía para señalar la piedra que él elaboraba, pues debemos pensar que en
la construcción, unas veces se tallaban a pie de obra con la piedra que sacaban
del mismo solar al hacer el hueco para las cantinas o sótanos y el resto de
ellas se traerían de las canteras existentes en las inmediaciones ya
desbastadas y pulidas; todo ello para agilizar la carga de los carros y las
bestias.
Pero como para la
construcción de los edificios era necesaria una gran cantidad de sillares, era
preciso contar con una o varias cuadrillas de oficiales canteros, las cuales
debían trabajar a destajo y por tanto cobrarían por los sillares terminados.
Cuando se trabajaba de ese modo, se hacía necesario que cada cantero (o cuadrilla)
labrara su marca en la piedra dado que era la mejor y más eficaz manera de poder
demostrar las piedras que cada cual había tallado. Así bien, si el responsable
de la obra para contar las piedras marcadas y proceder a su pago, pasaba cada
equis tiempo, lo más acertado era dejar las marcas al descubierto. Con dicho
símbolo, también se podía comprobar quién era el ejecutor y su calidad.
En estos edificios
históricos (nos referimos a los ubetenses que son los que más cerca tenemos), también
existen gran cantidad de piedras que no se les ve la marca. El motivo puede
deberse a que la tengan grabada en una de sus caras ocultas que era lo más
frecuente. Ante estas aceptaciones, habrá quiénes se pregunten el porqué hay
otros monumentos o edificios que no tienen en sus fachadas piedras marcadas. Pensamos
que esa pregunta podríamos aplicar –al menos- dos respuestas. Por un lado
estarían aquéllos promotores que no les gustaría lucir en las fachadas dichas
marcas y procurarían –por lo tanto- que quedasen siempre ocultas. También podemos
abordar la idea de que todas las piedras de cantería empleadas en dicho
edificio, fuesen labradas en un mismo negocio o entorno familiar y en ese caso
no haría falta señalarlas con sello alguno.
Lo que sí podemos
constatar es que, la costumbre de marcar las piedras, se hizo en Úbeda en
diversos periodos, pues las hallamos en edificios de distinta época y estilo,
como son las que lucen en las fachadas norte y poniente de la iglesia de San
Pablo, en los arcos de herradura de la Casa Mudéjar, en el arco del mismo
estilo de la Puerta del Losal, en las ruinas de la iglesia de Santo Tomás Cantuariense,
en el Torreón Octogonal de la Corredera (o torre de las arcas), en el Palacio
de Francisco de los Cobos y en la Casa de los Del Río, sita en la calle Cuesta
del Losal, nº 16.
En el edificio
del Palacio de los Cobos, las piedras de su fachada están marcadas con números
y letras, y las de la Casa de los Del Río, sólo con números. Por otro lado, los
sillares de San Pablo, Casa Mudéjar, Torre Octogonal y ruinas de Santo Tomás, tienen
unos signos de figuras geométricas marcadas con el cincel o el buril. Hemos
comprobado que, en ocasiones, también señalaban el lugar y la posición que el
sillar debía tener en la construcción. Algunas de estas señales o marcas, son
muy simples, sin embargo existen algunas bastante curiosas y complejas.
Tanto de unas
como de otras, las traemos a colación para que sean conocidas y de paso para
que quede constancia de su existencia.
Por último y para
finalizar este artículo, queremos decir también, que hay quienes ven en estos
signos un sentido mágico y exotérico, que puede tenerlo en algunas ocasiones;
sin embargo, nuestro colectivo no es muy amigo de la fantasía ni de complicar
las cosas. Por ello, nos quedamos con la versión dada.
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