La fachada gótica de San Nicolás debió tener, en origen, unas pequeñas ventanas ojivales por las que entraba muy poca luz al templo. Todo apunta que, a finales del siglo XIX ¿?, se quiso dar solución a ese problema de iluminación y se abrieron sendos huecos en los lugares de la fachada más apropiados, sin tener en cuenta la armonía arquitectónica del exterior ni tampoco del interior.
Aspecto de la fachada antes de la colocación de las vidrieras Foto JASA |
De
cómo surge la idea de las nuevas vidrieras
Cuando se cambió el viejo farol que había en la
capilla de la Soledad, junto al arco del Losal tras la última intervención, los
empleados el ayuntamiento se lo entregaron a nuestro caballero Mercader. Éste,
pensó dárselo al párroco de San Nicolás con el que había estado charlando un
poco antes, precisamente cuando se dirigía hacia la Cuesta del Losal. Bien,
pues a la vuelta y con el farol en la mano, se encontró de nuevo a don Alfonso
y le ofreció el farol de latón que él cogió de buen grado para adecentarlo y
darle algún uso. De nuevo comenzaron otra charla a propósito de la cubierta del
tejado que estaban reconstruyendo en una parte de la iglesia.
Al hilo de esto,
nuestro caballero le preguntó si habría en el presupuesto alguna cuantía que se
pudiera destinar para realizar unas vidrieras decentes y ponerlas en los dos
ventanales de la fachada principal, que por cierto, destacaban muy mucho pero por
su excesiva sencillez. El párroco también manifestaba estar de acuerdo en que
esos ventanales desentonaban con la construcción gótica de la fachada sur del templo
y le propuso a nuestro caballero, diciéndole: ¡A ver si encuentras a alguien en Úbeda que realice vidrieras, quedamos
aquí y que haga un presupuesto! Y así fue, nuestro Mercader se puso manos a
la obra y consiguió contactar con la única artesana de este tipo que (al
parecer) hay en nuestra ciudad.
Pues bien, pasadas unas
semanas, de nuevo quedaron ante la puerta de San Nicolás, el cura, la artista y
el caballero veinticuatro. Ana, la artesana local de las vidrieras, presentó
dos presupuestos y dos bocetos para ver cuáles de ellos se ajustaban mejor a la
idea y también a la economía de la parroquia. Entre los tres vieron que el más
elevado (o un poco más elevado), estaría en mayor armonía con el conjunto. Tras
tomar las medidas exactas de los huecos y modificar del diseño original unos
pequeños matices que irían mejor con el estilo gótico, ambas vidrieras quedaron
encargadas para su ejecución.
Tiempo después ya se
encontraba el trabajo realizado y más tiempo después, ya se pudo encontrar un
día en el que todas las partes que debían intervenir en su montaje, se pusieran
de acuerdo.
Y llegó el ansiado día. Así bien, en la mañana del
sábado 18 de junio, vísperas de la celebración de la festividad del Corpus, las
dos nuevas vidrieras quedaron ubicadas en los ventanales de la fachada
principal de la iglesia de San Nicolás. Aprovechando el elevador, también se
hizo una limpieza de hierbajos en su fachada del poniente.
Es de justicia dejar para la historia constancia de quiénes colaboraron o intervinieron para hacer posible que las dos vidrieras luzcan y aporten al bello templo un plus. En primer lugar, el párroco don Alfonso Garzón, por echarse para adelante y sufragar la obra; Ana Fernández, por ser la artista ejecutora de las vidrieras; Manuel Salamanca, cristalero de gran profesionalidad y trayectoria; la empresa Alquiser, por permitir trabajar con la cesta elevadora en un día de asueto; Francisco Javier Gutiérrez, vecino que se ofreció como pintor; la junta directiva de la cofradía de Las Lágrimas y por último nuestro caballero, que adquirió un autocompromiso con dicha iniciativa hasta ver finalizado el trabajo. Durante las cinco horas que tardó su montaje, se vivieron momentos muy intensos, dados los contratiempos e imprevistos que surgieron, más el apremio de la celebración de una boda al mediodía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario