Foto Talavera
En
épocas de grandes epidemias,
la
ermita-hospedería se convirtió en un lazareto
Hace algo más de un mes fue publicado en prensa que
las ruinas de Madre de Dios del Campo volverían a recobrar la vida. Nosotros,
celosos y atentos a todas cuantas noticias positivas acontezcan en torno a
nuestro patrimonio, nos congratulamos de dicha iniciativa que mantendrá en pie
los restos que se elevan erguidos de esta ermita cuyos orígenes datan del siglo
XV.
Según el cronista de la
ciudad, Miguel Ruiz Prieto, su erección es muy antigua. Los datos posteriores que
nos aporta datan del año 1495, cuando Andrés Fernández otorgó en escritura al
convento de la Trinidad un palacio que poseía a la izquierda y junto a la
ermita de Madre de Dios. Las rentas y el mantenimiento del edificio fueron
decayendo progresivamente por lo que a comienzos del siglo XVIII hubo que
acometer unas importantes obras de reconstrucción que duraron casi medio siglo
costando su intervención muchos reales de vellón procedentes de donativos y
limosnas. En dicha intervención se acondicionó una hospedería para ayuda al
viajero y al mantenimiento del santuario. El altar mayor de la iglesia estaba
presidido por la Madre de Dios del Campo y a lo largo de la nave había varios
altares menores más (Cristo del Calvario, Santa Isabel, Santiago…), también
disponía de coro, sacristía y todo lo concerniente a una iglesia de culto. Un
sacristán era el encargado de cuidar todo este patrimonio remozado. Los fieles
dotaron de muchos bienes -sobre todo rústicos- para el mantenimiento de esta
ermita-santuario. También existía una cofradía de antiguo que rendía culto a
esta imagen protectora de los campos.
La
estancia de los franceses no benefició en absoluto a los edificios ni a las
órdenes religiosas, pero la puntilla la puso la desamortización llevada a cabo
entre 1820 y 1823. Así, el decreto de 1 de octubre de 1820 editado por las
Cortes del Trienio, suprimió “todos los
monasterios de las Órdenes
monacales; los canónigos regulares
de San
Benito, de la congregación claustral tarraconense y cesaraugustana;
los de San
Agustín y los premonstratenses; los conventos y
colegios de las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Montesa y Alcántara; los de la Orden
de San Juan de Jerusalén, los de la de San Juan de Dios y los betlemitas y todos los demás
hospitales de cualquier clase”. Su
patrimonio, muebles e inmuebles, quedaron “aplicados al crédito público” por lo
que fueron declarados “bienes nacionales” sujetos a su inmediata
desamortización siendo todos enajenados. Sin embargo, gracias a la cofradía, se
mantuvo el culto a la imagen y se hacían misas.
A lo largo de su
historia este edificio ha ido pasando por numerosos avatares, dado que su
hospedería también fue utilizada como hospital extramuros en épocas de epidemias,
donde los enfermos sobrevivían a la cuarentena con escasos cuidados. A estos
lugares se les llamaba lazaretos. El edifico donde se halla la
ermita-santuario-hospedería, va dando tumbos entre penurias y limosnas durante
muchos años hasta llegar a 1944 donde hay un proyecto de rehabilitación y
trasformación del santuario en Casa de Ejercicios Espirituales, encargo que
hizo el alcalde Bonifacio Ordóñez a Francisco Prieto, que era, ni más ni menos
que, el arquitecto director de la Alhambra. Las obras llegaron a estar en un
avanzado estado hasta que se abandonaron por cuestión presupuestaria.
Nuevamente el edificio quedó en manos del destino y en su interior convivieron
varias familias gitanas que utilizaron todo lo que en él podía arder para las
lumbres y poder hacer las comidas y calentarse. El golpe definitivo que
recibieron sus centenarias y olvidadas piedras (por parte de todos) les fue
asestado en el verano de 1977 cuando un sacerdote solicitó a sus superiores
poder hacer uso de ellas para reutilizar y emplearlas en la ermita del Pagés. La
manera más rápida para hacerse con ellas fue el empleo de explosivos que dieron
al traste con lo que quedaba de su espadaña esquinada y casi toda la techumbre
de la iglesia.
Los más viejos del
lugar aún recuerdan la traída de la Virgen en romería cada último domingo de
abril hasta la iglesia de San Pablo para permanecer allí todo el mes de mayo,
el mes de María. El primer domingo de junio, nuevamente en romería, era
devuelta por devotos y cofrades de nuevo a su santuario. Esta imagen sagrada,
como tantas otras, sufrió los avatares de la guerra civil, quedando sólo para
el recuerdo la cabeza de la Virgen que fue restaurada por el imaginero local
Ramón Cuadra Moreno e instalada en la pequeña ermita de nueva construcción
inaugurada el 6 de diciembre de 1988 por el obispo de Jaén don Santiago García
Aracil.
Para terminar, reiterar
nuestra felicitación a la empresa que ya ha comenzado estas obras de
restauración con la intención de ubicar, en lo que también fue una antigua
hospedería, un nuevo enclave hotelero y hostelero, sumando así otra pieza más
para nuestro patrimonio que ha dejado de estar en la lista roja. Y nos viene
como anillo al dedo este escrito para reivindicar, a quien competa, la pronta
restauración de la ermita de San Bartolomé, antes de que las piedras de sus muros
se den de bruces en el suelo.
*
Datos extraídos de la Historia de Úbeda, de Miguel Ruiz Prieto y de la Historia
de Úbeda en su Documentos, de Ginés Torres Navarrete.
Foto Talavera
Foto Baras
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