jueves, 4 de abril de 2019

LOS CANTEROS DEL GRANITO


Valga este artículo, dedicado a Juan Yerpes, como homenaje a todos aquellos canteros que trabajaron en Úbeda esta piedra tan poco común en nuestras construcciones y sin embargo tuvo su protagonismo en una industria muy nuestra. Dichos canteros, que no picapedreros, dejaron su vida y nos dejaron sus obras labrando las piedras para los tradicionales almazaras o molinos de aceite, las cuales ya forman parte de nuestra historia y algunas sirven ahora como piezas de museo y ornato.
Juan Yerpes López nació en Úbeda el año 1904. Desde muy joven entró como aprendiz a las órdenes de Fernando, un maestro de cantería. En aquellos años estuvo trabajando en la construcción del colegio y la iglesia de los Jesuitas (SAFA) donde conoció a quienes años más tarde serían sus socios. Pero su mayor reconocimiento vino en los años 40 cuando hizo sociedad con Juan Vera y Francisco Ruiz “el Gordo” para fabricar las piedras de granito de los molinos aceiteros, tanto las de la solera como los rulos.
De una cantera de granito que había entre Arquillos y Vilches, cuyos terrenos eran propiedad del prestigioso doctor Carlos Jiménez Díaz que residía en Madrid y al que le pagaban una renta por la explotación, extraían su materia prima e in situ la trabajaban. Hasta allí se desplazaban los tres socios cuando entraba la primavera permaneciendo en el tajo durante seis meses hasta la llegada el mal tiempo. Los bloques pétreos los extirpaban de la roca con el empleo de barrenos y cuñas de hierro. Después de pasar de sol a sol dando forma a las piedras con picos, cinceles y martillos, pasaban la noche durmiendo en una caseta de peones camineros. Cuando se les acababan las provisiones y necesitaban reponerlas y coger ropa limpia, se trasladaban a Úbeda haciéndose acompañar de una bestia que tenían. La demanda de sus trabajos la hacían las dos fábricas ubetenses que estaban en plena producción, las fundiciones de Fuentes Cardona y Palacín, y éstas las distribuían por toda Andalucía y La Mancha. En los meses que permanecían en Úbeda, se dedicaban a restaurar las piedras de todos los molinos aceiteros que habían instalado las fundiciones y Juan Vera también buscaba hueco para trabajar con los hermanos Olivares. Durante algunas campañas tuvieron como ayudantes extras a algunos sobrinos de Juan Yerpes como Juan Pedro, Pablo y otro procedente de Torreperogil llamado Alonso al que conocían por “el Moro”.
Aparte de esta ocupación, a la que dedicaron casi toda su vida, también tuvieron ocasión de realizar algún trabajo más artístico, como el basamento del monumento a San Juan de la Cruz, intervenciones en las obras de la iglesia de San Miguel, las peanas de los leones en la delantera del Ayuntamiento y una fuente que hay en el Paso de Despeñaperros por la antigua carretera. Para estos trabajos montaron su taller en la desacralizada iglesia de San Lorenzo. La sociedad se fue resquebrajando cuando falleció Juan Vera en 1972 a la edad de 60 años y poco después también murió Francisco. Juan Yerpes no tuvo más remedio que seguir trabajando -por eso de las no cotizaciones- hasta los 70 años. Falleció en 1993.
Juan y su familia, fueron los primeros caseros de la cooperativa La Unión conocido anteriormente por el “Molinillo” que dio nombre a la calle hasta 1958 en que pasó a llamarse calle Córdoba, siendo este mismo lugar la sede fiscal y administrativa de la cooperativa La Unión de Úbeda  hasta hace poco tiempo. En él permanecieron desde 1931 hasta 1956. Por tal motivo y durante esos años, las campañas de recolección de la aceituna las pasaba trabajando allí.

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