lunes, 11 de octubre de 2010

Manifiesto del año 2005




Corrían los siglos XII y XIII cuando la primitiva aldea de la Hispania romana ya se había transformado en una ciudad, en una gran ciudad circundada por fuertes y poderosas murallas embellecidas por altas y esbeltas torres que los árabes hicieron construir. Así era la gran UDBAZA, la ciudad árabe donde resplandecieron el arte y la cultura, la urbe altiva y orgullosa.

"Ubeda que así se llama
y todos así la nombran,
aquella que siempre fue
el asombro de Mahoma".


Las guerras, el efecto demoledor de los tiempos y la inquina humana, fueron destruyendo casi en su totalidad el bello recinto amurallado. Aún hoy quedan reminiscencias del pasado, aún quedan lienzos de aquellas piedras vetustas recordándonos un pasado esplendoroso. Y es precisamente en ese balcón natural, en esa redonda de miradores, donde más se manifiesta la grandeza y la miseria del pasado y del presente.


Como viene siendo habitual en el mes de noviembre, cada año los "Caballeros Veinticuatro", celosos vigilantes y defensores de las riquezas que nuestros antepasados nos legaron, alzan su voz para denunciar olvidos y agravios a nuestro histórico patrimonio. Y se preguntan: ¿Habremos de esperar la amenaza de una nueva invasión almohade para reparar la quebrantada muralla que se asoma al valle silencioso y eterno?


Ya es un augurio el que San Miguel Arcángel, patrono y protector nuestro, haya caído de su pedestal.
¿Cómo no se toma en consideración la opinión y el buen sentido de los ubetenses antes de dilapidar el dinero público en obras tan "sublimes" como el "murallón cuadriculado" erigido en lo que ya llamamos avenida del arquitecto Miguel Ángel Berges?

Es seguro que el ejército beréber y si la invasión tuviese lugar, ante visión tan fúnebre y macabra, volvería horrorizado sobre sus pasos.


¿Tan difícil es reponer a nuestro venerado arcángel a la altura que le corresponde?


De esta forma nuestra prócer ciudad se sentiría más segura. Y no queriendo "agobiar" más a nuestros ínclitos mandamases, aunque hay aún mucha tela por cortar, nos despedimos hasta el año que viene Dios mediante.


Dado en Ubeda el día 24 de noviembre festividad de Santa Flora.





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