Creemos que la imagen del llamado Cristo de los Toreros, podía
ocupar un lugar en la plaza de toros, aunque no la antiquísima
escultura
Nuestro “cérrimo” ubetense Eduardo Jiménez Torres,
está promoviendo una campaña que consiste en que el Cristo de los Toreros que
hay en una capilla del claustro de la basílica de Santa María de los Reales
Alcázares, ocupe un lugar en la plaza de toros para que los diestros, antes de
hacer el paseíllo, pasen ante esta imagen y recen sus oraciones; de este modo
los bendiga y proteja durante la lidia.
Sabemos de la capacidad
que tiene nuestro paisano, Eduardo, para conseguir lo que se propone a base de
perseverancia. Recordemos que Úbeda, nuestra ciudad patrimonial, siempre ha
celebrado la festividad de San Miguel con una misa en el día de su onomástica;
sin embargo, no había una imagen que fuera sacada en procesión para dar mayor
relace en este día al que es nuestro patrón –al menos- desde comienzos del
siglo XVI.
Por fin y gracias a la
colaboración de muchos ubetenses, pero principalmente al tesón de Eduardo
Jiménez, al que Úbeda siempre le estará eternamente agradecida y su nombre
quedará unido por los siglos de los siglos a la historia de este
acontecimiento, pudo hacerse realidad este anhelo en el año 2001.
Posteriormente y tres años después, se consiguió una nueva imagen que es la
actual.
Pues bien, ahora dicho
personaje y amigo de nuestro colectivo, se halla en otra empresa como hemos
comentado al principio de este escrito y aquí viene nuestra postura.
En primer lugar, dejar
claro que la idea es buena, pero con matices, al menos bajo nuestro criterio.
Supongamos (sólo supongamos) que la imagen de piedra del Cristo de los Toreros
se decide que ocupe un lugar en la plaza de toros. Pensamos que el mejor sitio
sería en las dependencias de la enfermería, más o menos. ¿Qué harían los
matadores al llegar a la plaza si les apetece pasar ante esta imagen? Atravesar
por el burladero para llegar a esta capilla que se encuentra por la otra puerta
y luego volver –otra vez por el burladero- al patio de cuadrillas. Pensamos que
no lo haría ninguno, dado que los que son creyentes, llevan su propia y
particular capillita ambulante cuando van de hotel en hotel y de ciudad en
ciudad. Luego ¿qué pasaría?, ¿permanecería la escultura allí durante todo el
año hasta la próxima corrida y que algún diestro decida visitarla, o tal vez
llevarla todos los años a la plaza de toros durante los días de feria, o puntualmente
cuando se celebre en el coso de San Nicasio un espectáculo taurino? Creemos que
lo más sensato es dejar esta antiquísima talla de piedra policromada en su
capilla de Santa María donde estaría mejor cuidada y para que durante todo el
año los devotos, que los tiene, se acerquen a la verja y le recen contemplando
su ajado rosto.
Ahora bien, desde aquí
nuestro colectivo alza la voz para aportar una idea intermedia. En una pared pétrea
del patio de cuadrillas y en un lugar apropiado, se podía instalar una
reproducción fotográfica de esta imagen sagrada en un habitáculo a modo de
pequeña hornacina, con tejadillo y flanqueada por dos farolillos de forja. Bueno,
si se cuenta con un presupuesto adecuado, también se podría pensar en instalar
un azulejo con la figura del mencionado Cristo. De este modo, el conocido
Cristo de los Toreros, estaría a la vista y muy cerca de todos los que hacen el
paseíllo antes de comenzar la corrida de toros.
Recordemos que el sobrenombre de este Ecce Homo, le sobrevino cuando desapareció el convento-hospital de San Juan de Dios –de donde procedía esta imagen- y se convirtió en hospedería desde mediados del siglo XIX hasta mediados del s. XX.
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