
Manolo, el “abuelo” como cariñosamente le decíamos y no porque tuviese nietos (que los tenía), sino por lo cascarrabias que era, algo así como el “Abuelo Cebolleta”, a lo largo de su existencia ha hecho de todo. Se enorgullecía de tener en su poder el título de piloto de aviación conseguido en los años 40; escribía música y también la interpretaba a diario en un piano de pared que le acompañaba para aliviar sus soledades nunca manifestadas; ha escrito unos cuantos libros con buena dosis de filosofía, y su firma también está en alguna que otra obra de teatro, junto a infinidad de artículos que se dilatan en el tiempo abarcando desde la revista “Vbeda” hasta “Ibiut”, aparte de ser el autor del guión de una película (Cupido Contrabandista). Pero sin lugar a dudas a lo que más tiempo ha dedicado ha sido a la pintura. Hace un mes nos manifestaba a los “veinticuatro” que su nombre podía muy bien estar en el libro de los Guinness, porque a lo largo de su longeva vida había pintado (decía) miles de cuadros al óleo, cifra que muy pocos superarían.
Desde aquí le deseamos que descanse en paz y encuentre la felicidad eterna entre aquéllos santos de su devoción a los que en los últimos tiempos se había encomendado.