Pensamos que cualquier obra de construcción que se realice, tiene o debe tener unas garantías mínimas, como las tienen los edificios de nueva factura, donde según qué parte de la estructura (u obra) tanto de exterior como del interior pueden garantizarnos la calidad durante cinco o diez años.
Como este verano nos estamos pateando más de la cuenta las calles de nuestra ciudad, estamos muy en contacto directo con lo que no está bien o desdice mucho de ellas.
Pues resulta, y ya lo denunciamos en alguna ocasión, que la calle Real y su contigua la del Doctor Quesada, que entraron en el mismo lote de "restauración" y "acondicionamiento", están hechas polvo (Qué bien nos metieron el gol con materiales que desecharon en otra ciudad muy cercana a la nuestra). Más de la mitad de la pavimentación está deteriorado a pesar del poco tiempo que hace que se acometieron las obras. Menos mal que los responsables, tanto arquitectos, como empresarios, contratistas, contratadores, supervisores, políticos, etc., no existían en el siglo XVI, porque de haber sido así no tendríamos ningún monumento histórico en pie, y tal vez hasta los hubiesen quemado en la hoguera.
Exigimos que se depuren responsabilidades hacia quien corresponda -que las habrá- y que se le de una solución al desastroso y lamentable estado en que se encuentra el enlosado de todo ese tramo de vía.
Puesto que estamos con obras de pavimentación reciente, ya de paso nuestros munícipes deberían comunicarle a la otra empresa, la que pavimentó parte de la plaza Vázquez de Molina como fue la delantera del Parador Nacional de Turismo y de la Sacra Capilla de El Salvador, que se diera una vuelta por la obra en cuestión realizada hace unos meses y que repare el enchinado granadino que, por algunas partes, ya está desapareciendo. Debemos advertir, por si los técnicos lo ignoran, que la desaparición de parte de dicho empiedro es como cuando caen las fichas del dominó, que van progresivamente una detrás de la otra.
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