sábado, 24 de septiembre de 2016

CICLO DE CONFERENCIAS EN EL CLUB DIANA

Juan Ramón Martínez Elvira

A este último ciclo de conferencias que viene realizando el Club Diana en su sede y que tan magistralmente coordina y presenta Antonio del Castillo Vico, los Caballeros 24 han asistido para empaparse de la sabiduría que en este salón se desborda. Ayer asistimos a la conferencia que nuestro amigo historiador y ubetense predilecto impartió sobre "Las Fiestas de los Toros en Úbeda desde el siglo XV hasta 1846". Esta charla fue patrocinada por el Ayuntamiento dado que es su intención cada año publicar este tipo de trabajos relacionados con la feria de Úbeda, al menos así lo manifestó el concejal de Cultura y Fiestas, Jerónimo García allí presente.

Más de medio centenar de personas acudieron a la charla

"Doce" de los caballeros con el conferenciante y los dirigentes
del Club Diana, entre ellos su presidente Adolfo Vivancos

Del mismo modo y a comienzos de este mes de septiembre, nuestro compañero de armas el Caballero Alquimista, Agustín Palacios Martínez, ofreció otra charla abordando en el tema de Úbeda durante los años de la guerra civil, extraída de un extenso trabajo que tiene bien documentado. 

Agustín Palacios Martínez durante su charla

Aspecto que ofrecía el salón



domingo, 4 de septiembre de 2016

VESTIGIOS DE LA IGLESIA DE SAN JUAN EVANGELISTA O “SAN JUAN DE LOS HUERTOS”

Hexapétala o rosácea

Los restos diseminados de un templo románico del siglo XIII

Aprovechando una mañana soleada de un domingo ya pasado, unos cuantos caballeros hicimos un breve recorrido por las huertas que aún subsisten a las faldas de las murallas de Úbeda. Aparte de disfrutar entre ellas y comprobar cómo permanecen en activo varias de estas explotaciones desde hace ya bastantes siglos, también pudimos comprobar cómo diseminadas por ellas aparecen vestigios de lo que en otro tiempo fuera la iglesia parroquial de San Juan Evangelista.
     Según nos dice Ginés Torres Navarrete en su historia, el templo era pequeño, labrado en piedra y de estilo románico, cuyas dimensiones eran de diez metros de largo por seis de ancho. Se alzó muy próximo a la muralla del Alcázar y frente a la fuente de la Saludeja. Fue extinguido como parroquia en el año 1740, anexionándose al cercano San Lorenzo. A pesar de ello la iglesia continuó realizando oficios y algunos cultos hasta bien entrado el siguiente siglo. Poco a poco cayó en al abandono e hizo que entrara en ruina y sus piedras quedaron esparcidas por el suelo sirviendo para otros usos, nunca para ser repuestas ni restauradas.
      En las inmediaciones y huertas colindantes, aún quedan restos diseminados de su presencia. Hasta hace poco (1982), junto a la puerta de una de estas edificaciones rurales, había un santo de piedra que le dio nombre (la Huerta del Santo). Otras piezas de su fábrica sirven o han servido, como material para muros o canalizaciones, e incluso de asientos o escalones. Como echándole un pulso al tiempo, todavía se levanta erguido un lienzo de muro de su ábside, al que habría que conservar a toda costa. En el recorrido llamó nuestra atención una piedra que sirve de escalinata donde aparece labrado un símbolo cuyo origen y representación desconocíamos. Nos pusimos en contacto con el catedrático y erudito en la materia Jesús López Román para que nos arrojara luz sobre dicho anagrama y esta fue su respuesta:
     Queridos amigos: El símbolo en cuestión es la hexapétala o rosácea de seis pétalos cuya interpretación expongo, con detalle, en las páginas 343-350 de mi libro. La que figura en la fotografía que me habéis enviado corresponde a la época medieval (siglo XIII, con gran margen de probabilidad) y hace referencia directa a Cristo por el círculo en el que está inscrita y por los rayos de gloria que la circundan. El origen de este símbolo es antiquísimo (Tradición Primordial, según Guénon). Se encuentra, además, en la cultura griega (finales del período clásico) y está muy difundido en la civilización romana. El Cristianismo lo adoptó en época muy temprana; se encuentra en estelas y lápidas funerarias y en iglesias visigodas y prerrománicas. En el arte románico y gótico su presencia es casi una constante para representar a Cristo como Centro del mundo y Alfa y Omega (Principio y Fin de todo lo creado).
     A esto sólo nos queda añadir que, si la piedra en cuestión pertenece a la iglesia de San Juan Evangelista, probablemente estemos ante un templo que se construyó a finales del siglo XIII o a lo sumo comienzos del XIV. Porque, según Ruiz Prieto, esta zona de la ciudad, junto a la de San Juan Bautista (próxima a San Millán) fueron las primeras en ser repobladas tras la conquista en 1233.  

Gárgola surtiendo agua a una alberca

Piedras de cantería en una modesta edificación

Restos de un arco o puerta

Restos de columnas

Curioso cerrojo

Labrados bloques de piedra