sábado, 16 de septiembre de 2017

ENTREVISTA AL ARTISTA UBETENSE JUANAN SORIA, AFINCADO EN GANTE


La plataforma 'Spain. Art & Culture'  de la consejería de cultura de la Embajada de España en Bruselas con el ánimo de recoger y aglutinar todo lo que se mueve en relación a artistas, creadores y cultura española en el extranjero y dar difusión, apoyar y tener una base de datos de los artistas que residen en Bélgica, ha entrevistado a Juanan Soria, entrevista de la que nos hacemos eco. 

Háblanos de tus inicios.
Siempre he tenido contacto con mi padre ya que ha estado presente en mi vida, y él ha sido un aficionado a la pintura y sobre todo lo relacionado con la cultura. De pequeño iba a casa de mi abuela y veía lo que él hacía cuando era pequeño y yo decía ¡quiero ser como él! Me acuerdo que tenía una caja llena de botes de pintura y cuando la abría para mí era algo mágico. A partir de ahí me empezó a picar la curiosidad. El gran paso fue elegir el Bachillerato de Arte que lo hice en Úbeda. Posteriormente cursé la Licenciatura de Bellas Artes en Sevilla y una beca Séneca en Valencia y ahí me quedé para hacer el máster de producción artística. Luego he completado esa formación con estancias y becas, como en la Fundación Antonio Gala en la que fui residente y con encuentros y simposios.
- ¿Te consideras un artista multidisciplinar?
Me considero un artista que va buscando diferentes herramientas para poder elaborar investigaciones que voy realizando. Cada obra la considero como un proyecto en sí mismo. Mi obra se encasilla en procedimientos tradicionales como el dibujo y la pintura. Son muy antiguos pero están ligados al ser humano por eso son los más sofisticados. Otros procedimientos como el video arte ha llegado hace muy poco, pero el lápiz, la pintura, el pigmento ligado con un aglutinante, eso ha estado siempre en las manos del ser humano y creo que no hay que desvincularse de eso.
- ¿Con qué rama te sientes más cómodo?
Últimamente estoy buscando la obra-objeto pero siempre trabajo con un soporte y base tradicional, ligado al dibujo y a la pintura. Es el soporte lo que va cambiando en mi obra.
- ¿Qué opinas de estas nuevas formas de expresión que has comentado antes?
Todas son herramientas bastante útiles para expresarse, las veo interesantes todas ellas. En diferentes momentos de tu vida puede ser que te veas más vinculado a unas que a otras. Por mi formación y forma de ser, me considero una persona muy humanista, creo que lo todo lo que está relacionado con la tradición perdura, y esa perdurabilidad es lo que me interesa.
- ¿Qué te gusta transmitir en tus obras?
Mi obra se basa y nace de la investigación de lo social y político. Siempre me han interesado estos temas porque soy de los que piensan que un artista tiene que hablar y trabajar con lo que le rodea, con el mundo en el que vive. Hay muchos artistas que trabajan con su mundo interior, es muy lícito, la verdad que me gusta mucho lo que hacen, pero creo que un artista no debe de obviar lo que tiene alrededor y tiene que vincular todo lo que rodea a su obra. Su obra no puede estar exenta de los conflictos, la guerra, la situación social que haya. Por ejemplo, lo hemos visto en diferentes épocas; Goya plasmó los desastres de la Guerra de la Independencia o Picasso con el Guernica o Beethoven que con sus composiciones plasmaba cómo iban avanzando las tropas napoleónicas. Creo que ese se tipo de arte, no es que sea mejor ni peor, sino que es el más afín a mí.
- Son obras muy comprometidas con la sociedad y el arte. ¿Es el caso de la colección Destroy to build?
Esa obra nació a raíz de proyectos anteriores, como por ejemplo Desencanto que hablaba de la situación política y social que había en España o Mirar lo que cuesta mirar, una mirada de un inmigrante de lujo -como yo- acerca de casos de inmigración y refugiados. A partir de ahí nació una nueva rama para comprender lo que estaba pasando en la actualidad. Pero a partir de la historia de las obras de arte. Cuando pensamos en una obra de arte, siempre vamos directamente a la obra original o a lo que nos queda de ella, nunca pensamos en el intervalo que ha habido desde la creación hasta que ésta llega a nosotros, eso habla del mundo en el que esa obra ha vivido. Las obras de arte son, en cierto modo, una representación de nosotros mismos y tienen que perdurar. Esa perdurabilidad y permanencia nos habla y nos da a conocer cómo somos. Esa serie de conceptos son los que me interesa para plasmar en este proyecto Destroy to build, y en este caso se centra en cómo han sido diferentes obras agredidas, refugiadas o maltratadas en los conflictos bélicos, por eso se llama destruir para construir. El arte en sí es molesto: como habla de nosotros mismos y representa una época de nuestra sociedad, en algunos momentos esa época no quiere ser vista y es molesta. Esta obra intenta coger obras de arte que han sido destruidas y/o dañadas y representarlo. No me interesa una reconstrucción literal de cómo era, sino mostrar qué ha pasado con esa obra. Ese daño muestra cómo quiere una sociedad en un determinado momento que se vea. Y eso es lo que quiero plasmar e inspira la obra que estoy realizando.
- Al igual que la colección “Mirar lo que cuesta mirar”, en la que tratas el tema de la inmigración…
Ese proyecto intenta muestra la situación de los refugiados, de la inmigración, que siempre ha estado presente en la historia, pero que ahora está más. Mirar lo que cuesta mirar pretende reflejar una mirada que no es cómoda. Una mirada que nos presenta este problema social que no sabemos qué hacer con él. Está presente y hay mucha gente que no le apetece mirar a la gente a los ojos porque realmente en ese momento sería cuando emocionalmente te ves ligado a esa persona.
- ¿Se notan tus raíces andaluzas en tu trabajo?
No sé si exactamente lo podríamos vincular de esa manera, pero lo vincularía con la naturaleza de la historia del arte. Si consideramos que Andalucía o la Península Ibérica es la cuna del arte histórico, que esa tradición nace allí en Altamira, o tenemos todo lo que es la Cordillera Penibética plagada de cuevas de arte rupestre pues sí. Si miramos esa tradición que siempre ha estado presente en la pintura, la representación con un pigmento, un carbón, un soporte como puede ser la cueva, creo que sí.
- ¿Cuándo y por qué decidiste trasladarte a Bélgica?
Hace unos cinco años y medio y fue realmente por amor. Luego había motivos secundarios, sobre todo porque en el 2012 había acabado mis estudios y pensé que podía empezar mi carrera aquí al igual que la podía haber empezado en España, ya que no había puesto todavía ninguna piedra me daba igual que fuera aquí que allí, aunque en Bélgica fuera más difícil.
- Vives en Gante, una de las ciudades más abiertas y dinámicas de Bélgica, ¿cómo ha influido establecerte allí en tu carrera profesional?
Muy notablemente. Es el lugar en donde he echado raíces; a partir de ahí ves con perspectiva lo que está pasando en España y esa perspectiva que me otorga vivir aquí resulta interesante para mi obra. Ha influido en que he aprendido a trabajar como artista, he conocido nuevos referentes y cómo se trabaja aquí a través del arte. Son semejantes a España ya que vivimos en una cultura global pero que tiene sus pequeñas diferencias. En Gante empecé a exponer en una galería, también pertenezco a una residencia de artistas en donde tengo mi taller, se hacen sinergias y redes. Creo que Gante, tanto a nivel personal como laboral, me ha aportado lo que ahora mismo soy.
- ¿Se cumplieron tus expectativas artísticas al llegar?
Poco a poco se fueron generando diferentes situaciones que favorecieron que pudiese ir viviendo del arte. Creo que esta experiencia ha sido muy favorecedora y mis expectativas eran desconocidas; actualmente estoy bastante satisfecho, sobre todo porque Gante es el escenario idóneo, es pequeño y accesible y hay cantidad de centros culturales y museos con una calidad increíble.
- Consejos que darías a los artistas que tengan pensado abrirse camino en el mundo artístico belga.
Hay que ser muy obstinado porque este mundo es difícil, aquí hay mucha gente y una clase social que es la del coleccionista. En España existen pero parece que están escondidos; aquí se reúnen, hacen sus fiestas, sus eventos, y es una clase muy activa interesada por cómo van evolucionando los artistas jóvenes. En España no me he encontrado a gente joven que invierta en arte. El artista que pueda venir se va a encontrar con eso. No es fácil ya que tienes que irte involucrando en los centros culturales, las organizaciones artísticas y residencias. Bélgica es un país en el que el arte y la cultura generan muchos ingresos. Por el contrario, en España se dedican más a administrar que a generar. Ese afán de generar es algo que hace que el motor fluya y haya siempre un flujo de arte y cultura que está presente en todos lados.
- ¿En qué estas inmerso actualmente?
En el proyecto de Destroy to built, sobre todo trabajando en la secuencia de esta serie y para el año que viene me gustaría hacer una exposición en el espacio de la residencia, trabajar con la galería y participar en diferentes ferias que tengo a la vista.

Entrevista realizada por María Teresa Cortés.
Algunas muestras y exposiciones del artista

viernes, 8 de septiembre de 2017

HISTORIA DEL CARNAVAL EN ÚBEDA "EL CAFÉ DANIEL"

Pareja de disfraces en el Café Daniel

EL CAFÉ DANIEL

Este café tuvo dos etapas: la de anteguerra y la de posguerra, la de Daniel Tera (su fundador) y la de sus sucesores. Daniel Tera Martínez era natural de Navas de San Juan, aunque sus ascendientes procedían de Calabria (Italia), según cuenta nuestro nonagenario Jerónimo Maeso. Ya en 1913 hay noticas de su presencia en Úbeda dado que aquí tenía un taller de calderería, posiblemente en la calle Tesillo de Monjas (Sagasta). Casó con Teresa Sáez Cabezas con la que no tuvo descendencia. Llegó a tener varias propiedades, siendo en la casa de la calle Gradas donde fijó su residencia. Los que le conocieron decían de él que no tenía mucha cultura, pero para los negocios era un lince. Le gustaba la juerga y su estampa así lo delataba, pero también tenía un gran corazón. A finales de los 20 comienzo de los 30 (s. XX) ya hay noticias del Café Daniel y sus bailes siendo de máscaras los de Carnaval, una fiesta que también le atraía y en la que participó activamente en alguna ocasión, tanto en la calle como -por descontado- en los bailes.
            En la calle Gradas nº 6 y hacia 1920, Daniel levantó un café-teatro y un bar en lo que antes fue un molino aceitero perteneciente a Rafael Navajas. Sabemos que Daniel estuvo regentando otro café en la calle Real que luego traspasó a Segundo Mas. Posteriormente también traspasaría el café La Mezquita de la plaza de Toledo a Pedro Aranda que luego llegaría a Fernando Victoria López. Daniel tenía un sueño, que era conectar su salón-café con la citada plaza, pero no lo consiguió aunque sí logró hacerlo con la calle Mesones nº 9 en el año 1929 al adquirir una casa que con ella se comunicaba. Así bien, por este nuevo lado montó el Café Bar Tera que comunicó con el salón que tenía su entrada primitiva por la calle Gradas y donde había instalado un pequeño bar llamado La Alhambra; todo quedó unido después de una gran remodelación a comienzo de los años 30. En épocas concretas, como Navidad y Carnaval, Daniel alquilaba a algunos empresarios el salón-café para llevar a cabo sus fiestas y bailes. Tras su fallecimiento acaecido el 22 de enero de 1941 cuando contaba 67 años de edad, su viuda lo arrendó a Andrés Bernabeu y posteriormente a los hermanos Sebastián y Diego Fernández Sánchez. Luego, por herencia, llegó a manos de dos resobrinos de su mujer, Tomás Aparicio Villena (hijo de su sobrino Tomás Aparicio Sáez) y de Tomás del Valle Aparicio (hijo de Dulce Aparicio Sáez) conociéndoseles por su talla (el grande y el chico) o como “Los Tomases”. Años después y tras sufrir un embargo tuvieron que desvincular el Café Daniel con el Bar Tera, por lo que la parte de abajo fue adquirida por sus arrendatarios en 200.000 pts. Sabemos que durante bastantes meses también fue gestionado por Tomás Fernández “Tadeo”. Tanto unos como otros, siempre mantuvieron el nombre de Café Daniel, junto con sus actuaciones y bailes, entre ellos los de máscaras y con ese esplendor se mantuvo hasta final de los años 50. A partir de esta fecha en la planta de abajo quedó como restaurante en manos de Fausto Sánchez y los salones de la planta arriba los explotaba José Salido para celebraciones sociales. A finales de los 50 la parte de abajo -donde se encontraba el café-teatro- se destinó a salón recreativo regentado por José Mª López Ruiz que los mantuvo hasta comienzo de los años 90. El coqueto bar que daba a la calle Gradas, fue alquilado a Baldomero Padilla, un taxista que montó aquí su primer bar y lo rebautizó con el nombre de El Taxi (1966). Este bar está cerrado desde hace varias décadas y aún se mantiene en pie, sin embargo el salón se encuentra en ruinas y es propiedad del constructor “El Cypry”.
En cuanto al Bar Tera de la calle Mesones, sabemos que lo regentaron y explotaron los dos “Tomases” desde el 1955 y ambos se iban alternando como gerentes cada cuatro años, dado que comenzó siendo titular Tomás del Valle el “Chico” y en 1959 pasó a Tomás Aparicio el “Grande”. Este añorado Café Bar Tera sobrevivió hasta comienzo de los años 80 en que fue vendido a Miguel Fernández Tallante para poner una zapatería y ahora ocupa su lugar un establecimiento de ropa.
            En el año 2003, la comparsa femenina quiso hacerle un homenaje adoptando su nombre y evocándolo en algunas de sus coplillas.

* Extraído del libro en preparación HISTORIA DEL CARNAVAL EN ÚBEDA. 

JASA