viernes, 31 de marzo de 2017

LAS COFRADÍAS Y EL CARNAVAL

Jurado de Carnaval, 2013

Desde tiempos inmemoriales la Iglesia y el Carnaval han mantenido posiciones antagónicas; la eterna lucha de Don Carnal y Doña Cuaresma, como en su día escribió el Arcipreste de Hita. Pero no siempre fue así, al menos en los siglos X y XI.
Lo más cercano al pueblo son las cofradías y aunque éstas se encuentren enmarcadas en el espectro de la Iglesia, no han formado parte de la espina dorsal de la misma porque las han configurado gentes de a pie, en definitiva el pueblo llano. Y digo esto, porque -si bien es cierto que la Iglesia es jerárquica y deben obedecer lo que les venga de arriba- sus dirigentes caminan con los pies en el suelo (no por el cielo) y están mezclados con el vulgo -tanto que- forman parte del mismo.
Dejando a un lado este terreno que no es el mío, lo que vengo a decir es que desde hace bastantes años nuestras cofradías, sobre todo las de Semana Santa, de alguna manera se han acercado a esta fiesta, desde una posición discreta y en aspectos concretos de la misma, pero se han acercado. Y con ello no quiere decir que hayan abrazado a Lucifer ni se hayan espolvoreado con azufre.
En los primeros años del siglo XX, en algunas ocasiones las cofradías organizaban bailes de máscaras para obtener unos beneficios y reinvertirlos en el engrandecimiento de sus cofradías y procesiones. Llegados los tiempos de las dictaduras, parece ser que todos guardan las distancias. Ya en democracia y adentrándonos en la década de los 90, se producen en Úbeda los mayores desencuentros entre cofradías y el Carnaval y sus seguidores. Pero sobrepasados dichos escollos y cada parte ocupando su espacio y recorriendo el camino que le corresponde a cada cual, desde ahora en adelante no se volverá a producir ningún rifirrafe de verdadera importancia.
Así bien, desde el final de los años 90 venimos asistiendo a numerosos encuentros entre carnavaleros y semanasanteros, entre las cofradías y las fiestas de Carnaval. Recordemos algunos de estos “buenos rollos” como se suele decir en el argot actual. En el salón de actos de la Casa de Cofradías se han hecho las presentaciones del librito RECUERDOS DE CARNAVAL EN ÚBEDA y del anuario PREGONERO DEL CARNAVAL. En este mismo escenario han ofrecido sus presentaciones en público muchas agrupaciones e incluso los sótanos de esta casa han servido de lugar de ensayo. Las cofradías de Ntra. Sra. de Gracia, Caída, Santa Cena y Sentencia han sido durante algunos años las que han gestionado las barras de actos muy destacados, como el concurso de agrupaciones, la Carnestolenda, la Gala Lo Mejor o la Carpa. La “Gracia” también organizó una velada de Carnaval en febrero de 2004. La cofradía de El Prendimiento, en sus comienzos (2002), pidió colaboración a varias agrupaciones para celebrar un festival y obtener unos beneficios extras, e incluso gestionó alguna barra en el Ideal. Jóvenes de la cofradía de Jesús Nazareno han estado colaborando con el festival de Manos Unidas en algunas ediciones.
Durante muchos años los componentes del jurado han sido -curiosamente- cofrades muy destacados en las hermandades, incluso hubo una edición en que los cinco miembros que lo componían ocupaban (o habían ocupado) el cargo de hermano mayor de las mismas. Ni que decir tiene que en todas las agrupaciones de Carnaval, un buen número de sus miembros está comprometido con alguna cofradía, bien sea en la cuadrilla de costaleros, en la banda o como hermano de guión. Sin generalizar, pero bastantes “presidentes” de las mismas han estado muy significados en esta fiesta. Por último decir que el actual presidente de la ACCU, Luis Cobo, fue en su día Hermano Mayor de la cofradía de la Noche Oscura.
Tampoco vamos a olvidar la estrecha relación y colaboración que han tenido las agrupaciones carnavaleras con el festival pro Manos Unidas desde 1997, el cual se ha celebrado en el colegio de los Padres Jesuitas y en la actualidad en el de los Padres Salesianos.
¿Quién nos iba a decir hace años que los sacerdotes presenciarían algún día la cabalgata de Carnaval e incluso pondrían atención a sus coplillas? Lo cierto es que en los últimos tiempos la concordia entre ambas tendencias es bien notoria y se respira buena armonía y pienso que buena parte de ello lo han hecho posible los jóvenes que han comprobado que ambas “religiones” pueden ser perfectamente compatibles. Valga como anécdota el hecho de que el que fuera presidente de la Unión de Cofradías en los años de más revuelo, José Luis Latorre, tiempo después abriría las puertas de su centro de trabajo como era el Museo Arqueológico de Úbeda, para la presentación de una comparsa.

En definitiva, la historia se repite y se mantiene desde siglos ha. Don Carnal y Doña Cuaresma, Carnaval e Iglesia, la Licencia y el Recato, siempre estarán condenados a convivir juntos, casa con casa, tabique con tabique, aunque nunca revueltos, pero si es posible buscar la armonía y cada cual con su destino. Hay una cita que así nos lo recuerda: ¡No hay Carnaval sin Cuaresma!
JASA

jueves, 2 de marzo de 2017

LA PALMERA DE MARIANA


Los “Caballeros Veinticuatro”, después de un tiempo prolongado apareciendo en estas páginas y en las redes sociales, van a tomarse un respiro, decisión que también agradecerán nuestros gobernantes aunque en estas jornadas quedan a merced de la jocosa satírica del Carnaval. También se lo agradezco yo, porque su lugar lo ocupará mi escrito.  
Cuando llegamos a cierta edad, todo lo pequeño cobra para nosotros mucha más relevancia y valoramos las cosas más insignificantes. Con el permiso de los lectores voy a contar una de esas pequeñas historias.
Un buen día de primavera, brotó una hoja alargada en un cubito de hojalata lleno de tierra que había en el patio de la casa de mis padres. Mi madre dejó que aquello creciera para ver qué planta era. Con el paso del tiempo comprobó que le había nacido una palmera de manera natural sin que ella la sembrara. Conforme iba creciendo la cambiaba de tiesto hasta que acabó dentro de una gran orza, la misma que en mi infancia siempre la había visto repleta de chorizos envueltos en una manteca colorá. La palmera fue alcanzando medidas considerables para el patio y mi madre comprendía que aquel árbol necesitaba un espacio más amplio para que creciera desahogadamente.
Todos los paseos de sus últimos años de vida, mi madre y mi padre caminaban desde su casa hasta la “Paellera” del final del “18 de Julio”. Mientras paseaban por el círculo de ese parque mirador y contemplaban la zona ajardinada, Mariana -mi madre- siempre decía: ¡Mira qué buen sitio para plantar la palmera y así la vería todos los días! Pero la muerte no avisa y aunque lo haga, nunca creemos que sea el definitivo, a pesar de que venga con el documento certificado.
Al poco tiempo de su fallecimiento me puse en contacto con algunos miembros de Parques y Jardines hasta que me llevaron a Rafael Marcos, el jefe técnico del área. Le comenté la idea de mi madre y desde el primer momento me prestó atención, barajando la posibilidad de ubicar la palmera en el lugar que ella quería, aunque posteriormente vimos otros enclaves. Fueron pasando los meses y a mediados de enero un operario del Ayuntamiento llamó mi atención para comunicarme que en breve se podía plantar la palmera, aunque no sería en el lugar que yo le había insinuado últimamente, sin embargo la iban a poner en una esquina de los jardines que circundan la “Paellera” y muy cerca de la calle Fuente de las Risas donde mi madre pasó casi toda su vida. ¡Si es el sito que mi madre quería! -exclamé con grata satisfacción.
El lunes 20 de febrero era replantada la palmera en el lugar que mi madre siempre había soñado. Desconozco los cuidados y los mimos que le tengan los de mantenimiento, pero sin lugar a dudas, éste que les escribe recorrerá con frecuencia el camino que años atrás hacían sus padres, para “echar un ojo” a la “Palmera de Mariana”.

Desde aquí aprovecho para dar las gracias al Ayuntamiento y al servicio de Parques y Jardines por hacer posible cumplir un sueño que ha tardado un año en hacerse realidad, pero se ha hecho y ha permitido que esta planta abandone la soledad de un patio deshabitado, para ser parte de la belleza de nuestra hermosa ciudad.

JASA