domingo, 25 de noviembre de 2012

“EL HUMANISTA UBETENSE JUAN PASQUAU GUERRERO Y SU ÉPOCA”

Es en esta agradable noche de viernes, del 23 de noviembre, cuando determinados ubetenses y foráneos sienten la llamada -hecha por correo electrónico, boca a boca o cartelería- a la presentación del libro “EL HUMANISTA UBETENSE JUAN PASQUAU GUERRERO Y SU ÉPOCA”, de Adela Tarifa Fernández, a las 21 horas. Este volumen ya fue «Premio Cronista Cazabán 2010» por el Instituto de Estudios Giennenses de la Diputación Provincial de Jaén y publicado en formato digital.
El lugar no puede ser más apropiado: El Salón de Actos de la Casa de Cofradías de Úbeda (Jaén). Es en esta joya arquitectónica -reliquia al fin- que atesora tantas huellas del pasado y de los múltiples actos celebrados -principalmente cofradieros y semanasanteros…- donde va a tener lugar su renacimiento en papel.
Poco antes ya han montado su tenderete de venta los afamados y nobles Caballeros Veinticuatro de esta patrimonial ciudad, haciendo una nueva demostración de su hidalguía y el amor que profesan por los valores sempiternos ubetenses, sean del calibre que sean (arquitectónicos, artísticos, culturales, librescos…)
Tras la charla -y los encuentros de rigor- sube Adela Tarifa al estrado quedando flanqueada, en la mesa presidencial, por dos aguerridos Caballeros Veinticuatro: MERCADER (Juan Antonio Soria Arias, conocido popularmente por JASA), a su izquierda; y CIRUJANO (Juan de Dios Peñas) a su derecha.
Es Mercader quien toma la palabra y va a ser el presentador del acto. Él mismo da razones por las que se ha producido este evento: lugar en el que estamos, idóneo para Juan Pasquau, si viviese, pues a su acendrado catolicismo le hubiese parecido de perlas; hacerlo en papel -con poco más de 100 ejemplares que se han hecho por suscripción popular (este detalle también le hubiese gustado a Juanito Pasquau, a quien no le hubiesen hecho mucha gracia las nuevas tecnologías para que lo biografiasen); y traer a la autora del libro, que es la madre de la criatura, y que como buena historiadora ha sabido plasmar lo más sobresaliente de este personaje singular e irrepetible de nuestra ciudad jiennense… Invita a Rosa -viuda de Juan Pasquau-a que suba al escenario para presidir el acto, pero ella mostrando su humildad y querer pasar desapercibida, deniega la oferta y permanece en la segunda fila del patio de butacas acompañada de familiares y amigos que la arropan en todo momento.
Ahora le pasa el turno a Cirujano quien -papel en ristre y sintiéndose muy emocionado- relata lo que representa el grupo de amigos que se constituyen en Caballeros Veinticuatro pues en uno de sus Cabildos (reuniones donde se habla, preferentemente, de los problemas de nuestro pueblo en lo referente a su historia, sus costumbres, sus monumentos y sus problemas) pensaron que sería mejor sacar la edición en papel que hoy se presenta, ofreciéndosela él mismo a Adela. Propusieron una suscripción mínima de 100 ejemplares, temiendo hoy haberse quedado cortos… Recuerda que el  pequeño beneficio obtenido irá para Cáritas y termina agradeciendo a la autora, por parte de la familia de Juan Pasquau y de los ubetenses,  su sensibilidad, sabiduría y trabajo.
Como plato fuerte, de este menú literario y ubetensista, toma la palabra Adela Tarifa Fernández, plena de emoción contenida aunque sabe que está entre amigos. Y eso que cuando se trabaja en esos archivos de Dios ella creía estar sola pero, luego, llegan estos momentos y se da cuenta de que vienen muchos amigos a arroparla; y que es una gran suerte que le digan piropos, en vida, sobre su trabajo…. Apoyándose en unos apuntes que trae, complementándolos e improvisándolos constantemente, sabe hilar un discurso salido del corazón y de su sapiencia, producto de sus largos años de historiadora, profesora y conferenciante que le avalan, evocando todos los pormenores de su trabajo en este libro.
Con un parlamento salpicado de frases célebres convence a todos por su sinceridad y altura literaria. Va contando las vicisitudes por las que ha ido pasando en los cinco años que necesitó para su elaboración de este hijo histórico-literario que hoy presenta: sus dudas y bajonazos de moral ante el titánico proyecto; su anhelo de haber conocido a este personaje célebre del que bebió solamente por los muchos escritos que tuvo que remover -y leer- y de los cariñosos testamentos orales recibidos tanto de Rosa como de sus tres hijos, además de las muchas personas que conocieron a Juanito Pasquau -como se le llamaba cariñosamente- de las que siempre oyó alabanzas por su callado y eficiente trabajo; su afable carácter; su total transparencia entre lo que decía -o escribía- y lo que ejercía como buen esposo, padre, maestro y creyente acérrimo que siempre confiaba en la Providencia para ejercer su sencilla vida; pues solo vivía de su sueldo y del trabajo, y tuvo que criar y dar carrera a sus tres hijos… Se sincera también expresando que ha merecido la pena trabajar este lustro sobre tan singular humanista ubetense pues ha conocido a su entrañable familia, especialmente a Rosa -su esposa-. Como luego yo mismo, al final del acto, tuve ocasión de escuchar sus sinceras palabras evocando el recuerdo amable de su esposo, expresado con una dulzura y una añoranza verdaderas, pues su marido «era un niño grande sin maldad de ningún tipo;  que siempre andaba escribiendo y trabajando para sacar adelante a sus dos grandes amores: su familia y su amada Úbeda, que tanto llevaba dentro; especialmente cuando salía de aquí, añorando su vuelta nada más partir…».
Recuerda Adela que Juan Pasquau, desde lo alto, estará asistiendo -sorprendido- a lo que aquí ocurre, pues su genuina timidez y sincera humildad así lo corroborarían… También sabe Adela agradecer a los mecenas de este valiente proyecto las invitaciones que le han permitido asistir a alguno de sus Cabildos, demostrándole su hermandad y cariño…
Siempre añoró y deseó haber conocido personalmente a su biografiado pues siente envidia de todas aquellas personas que tuvieron la suerte de hablar y aprender de él…
Recuerda, a su vez, cómo su pueblo se ha volcado en su memoria poniendo su nombre a una calle, a un colegio, a la biblioteca municipal… Menciona especialmente al archivero municipal actual, Ramón Beltrán, que ha imprimido una radical innovación para que se conozcan los archivos digitalizados… Expresa su intención, en este libro, de aunar el pasado con el presente de nuestra ciudad en el que el eje central fuese la figura de Juan Pasquau… Da las gracias a sus dos colaboradores más íntimos: D. Francisco Javier Salido y Dª. María Antonia Bonachera y termina reiterando gratitud a todos, especialmente a los mecenas de esta iniciativa, sus siempre amigos los Caballeros Veinticuatro…
Por último toma la palabra Mercader que, con su verbo fácil, sabe encantar al público cual si fuese un grupo de clientas a las que diariamente quiere vender sus productos textiles, recordando que han sobrado unos pocos libros -pues casi todos se han hecho por suscripción que vienen reflejada en las últimas páginas del mencionado libro- y que no se venderán en librerías si no que él mismo lo hará; sabiendo que el dinero que se pueda ganar con esta edición se donará a Cáritas de nuestra ciudad pues con los tiempos que corren anda más que necesitada… Comenta JASA que ha estado viendo sufrir/llorar a Rosa por todos los sentimientos y recuerdos que este acto le está produciendo… Así que da por finalizada la presentación, comenzando entonces la peregrinación de compradores del libro -y que algunos llevan a pares, trío…- para que la autora estampe su amable dedicatoria; y eso que ella anda todavía convaleciente de un serio percance en su mano y brazo izquierdos, aunque ella misma valientemente exclama: «el Nolotil me ha servido para paliar el intenso dolor que todavía padezco».
Las nuevos cambios de impresiones y la alegría del deber cumplido -por parte de la autora y los Caballeros Veinticuatro (quedando aclarado, con la foto final de familia, que los seis Caballeros Veinticuatro: CIRUJANO, ATANAOR, MERCADER, HERÁLDICO, MOCTEZUMA Y ALQUIMISTA han vuelto a constituirse de pleno; una vez que ha sido sustituido el fallecido y querido caballero Manuel Fernández de Liencres por José Luis García, con el fin de alcanzar la fuerza y el arrojo necesarios para luchar contra cualquier desafuero que se produzcan en nuestra insigne y noble ciudad…)- llenaron el espacio y la intrahistoria de este bello teatro donde los principales protagonistas de este evento quedarán reflejados para siempre, como ejemplo vivo para la posteridad. Así las generaciones venideras nunca olvidarán que por estos pagos pasó un personaje, tan especial e irrepetible como D. Juan Pasquau Guerrero de cuya memoria, huella y/o herencia nunca podrán olvidarse…
Úbeda 23 de noviembre de 2012
Fernando Sánchez Resa

viernes, 9 de noviembre de 2012

EL PRIMO DE ZUMOSOL


Quizás lo recuerden. Se trataba de un anuncio publicitario, ya hace años, de TVE. En el mismo, se nos quería comunicar las excelencias del producto “ZUMOSOL”. Viene escenificado de esta forma: un pequeño grupo de niños, en el que había uno más delgaducho y quizás algo más frágil que sus compañeros. En un tono jocoso, el pequeño era objeto de las bromas de sus amigos, sintiéndose indefenso, hasta que aparecía su primo para defenderle; entrando así en escena un fornido, robusto y sonriente jovenzuelo como pacificador y protector de su desamparado pariente. Los demás niños quedaban admirados y algo temerosos de la fortaleza de ZUMOSOL, el cual los invitaba a consumir el producto.
Ocurre que en nuestra querida ciudad y en su perímetro más noble, el casco antiguo, aparecen dos árboles, un ciprés y un laurel que están -según pensamos- en un lugar equivocado. Teniendo en cuenta que con la que está cayendo y las muchas preocupaciones de nuestros munícipes, es cosa secundaria y menor éste dilema; precisamente por ello la solución pudiera ser más factible. ¡Qué hermoso! ¡Qué esplendoroso! y ¡Cómo crece! cada año el LAUREL que poco a poco va oscureciendo la fachada de uno de nuestros más emblemáticos monumentos, el Hospital de Santiago; parece que lo engordaran con el famoso Zumosol.
La verdad es que no hay forma de tomar un plano panorámico de nuestro particular Escorial sin que aparezca la frondosa espesura de sus verdes hojas.
Creemos que el obispo D. Diego de los Cobos –mecenas- y el maestro Andrés de Vandelvira –ejecutor de la obra- se sentirían bastante incomodados ante el más telón que decorado, y que crecerá y crecerá sin que nadie lo remedie llegando a eclipsar en gran parte tan preciado edificio.
La otra cara de la moneda es, EL PRIMO, o sea, el CIPRÉS que hasta hace apenas un mes se erguía en un lugar inapropiado. Parece que no había más sitio en Úbeda para plantar tan evocador árbol que este pequeño y bello rincón que compite con la puerta de La Consolada. Aún no estorbaba mucho porque era flacucho, encorvado, endeble y quebradizo, pero con el tiempo se hubiera hecho mayor tapando entonces totalmente la pequeña y bella portada que hasta hace poco sólo se atrevía a entorpecerla para dividirla en dos. ¡Nuestra enhorabuena por tan sensata actuación!
Cuando de la tala de árboles se trata, enseguida aparece la controversia; los ecologistas entran en acción. Sabemos que el mencionado laurel y de rechazo otras especies arbóreas -que ya mencionaremos en otro apartado- tienen sus defensores y los respectamos.
Vemos también que la naturaleza en forma del líquido elemento se ha ocupado de hacer desaparecer una importante obra de Vandelvira, como es el Puente de Ariza. Al bajar el nivel del agua, ante la “pertinaz sequía” el que se pase por allí podrá observar el deterioro que se está produciendo en el monumental puente. Nos gustaría rescatarlo para nuestro patrimonio pero el agua escasea cada vez más y este tipo de obras es necesario para el común.
En definitiva y sin irnos por Los Cerros, nuestra opinión es la siguiente: Que el LAUREL se debería extraer con las garantías posibles y trasladarlo a otro lugar. En cuanto al pequeño CIPRÉS ya desaparecido, aconsejábamos su trasplante al desértico patio del claustro de Santa María o en el camino del cementerio donde están todos sus hermanos. 




viernes, 2 de noviembre de 2012

VISITA AL ENCINAR ENTRE ÚBEDA Y BAEZA



Caballeros Veinticuatro
y otros hidalgos sin número
caminaron abrigados
por los caminos antiguos.

Y a mitad de la distancia,
entre Úbeda y Baeza,
en la encina legendaria
enarbolaron su empresa:

En homenaje a Machado
alzaron una pancarta
referida al centenario
de su enviudada llegada.

Se relató la grandeza
de este lugar y su enigma.
Y se leyeron poemas
de sus “Campos de Castilla”.

Después buscaron las trochas
por donde el poeta iba
desde su casa, tan sola,
al calor de compañía.

Y cuentan que descansaba,
rendido, ya de regreso,
buscando ganar las fuerzas
perdidas por tanto esfuerzo.

Y ahí, meditaba en paz
sobre estas tierras resecas.
Campos con los que soñar,
luego, cuando no los viera.

Y ya, sin ningún percance,
en amistad y sin prisa,
retornó el grupo de andantes
a su Úbeda querida.

Ellos fueron: Juan Antonio,
fotógrafo de alma limpia.
Y los sabios y muy doctos
Juan de Dios y Luis María.   

Con ellos Ramón Beltrán,
conquistador de cultura.
Y Antonio Almagro, sin más
un hombre grande y de enjundia.

Y Fernando Sánchez Resa,
dado al arte y siempre presto.
Y yo, con gorra de tela,
cronista en verso del hecho.

Y para que sea legal
rubrico, en fin, este escrito.
Espero que el encinar
sea aún más protegido,
y Machado, en su soñar,
sueñe un sueño agradecido.

Ramón Molina Navarrete